viernes, 3 de mayo de 2013

Entrevista capotiana a Lázaro Covadlo


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Lázaro Covadlo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La ciudad de Río de Janeiro, sin lugar a dudas. Preferentemente en la playa de Ipanema.
¿Prefiere los animales a la gente?
En ambos casos, según qué animal y qué tipo de gente. Pero la gente no deja de ser un conjunto zoológico bastante entretenido. A los seres humanos, según a quienes, se los puede amar, estimar, odiar, admirar, envidiar y, en términos generales, desplegar un abanico de sentimientos que los animales generalmente no suscitan, o si los suscitan, es en menor medida. De todos modos, la compañía de ciertos animales puede resultar muy grata (especialmente perros y gatos). En lo personal, trato de sentirme identificado con todos los seres vivos, de acuerdo al tipo de panteísmo que profeso.
¿Es usted cruel?
No lo creo. Al menos no me daría por ejercer la crueldad gratuita. En todo lo que siento o hago intento mantenerme dentro de los parámetros de la economía. Así es que podría preguntarme: ¿qué beneficio podría sacar de la crueldad? Se me ocurre que la bondad y el ejercicio de la compasión producen más réditos. Pero, como con todo, según cuáles puedan ser las circunstancias.
¿Tiene muchos amigos?
Hay personas a las que frecuento porque me son afines, pero no son muchas. De cualquier forma, no sé si hay un criterio unívoco para definir la amistad. En términos convencionales podría decir que tengo una docena de amigos y casi un centenar de conocidos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
En primer lugar, que sean buena gente. Después, que no sean pesados y no me rompan mucho las pelotas. Si tienen sentido del humor y saben hacer reír mejor que mejor.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Normalmente no... al menos si son de verdad amigos.
¿Es usted una persona sincera? 
Si ser sincero implica meter la pata, pues no, no lo soy. Si se trata de no engañar a los demás para sacar beneficio, ahí sí. En fin, es tan complejo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leer; ver cine; follar con mi mujer; navegar; pasear en bicicleta; pasear a mi perro; meterme el dedo en la nariz cuando creo que no me ven.
¿Qué le da más miedo?
Mis miedos son tan terribles y tan ocultos que hasta siento miedo de mencionarlos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
A esta altura de mi vida pocas cosas me escandalizan. Podría mencionar la vulgaridad y la grosería; el maltrato a los animales, y, en lo inmediato, los fallos ortográficos y sintácticos de muchos periodistas y opinantes.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
¡Ay, qué difícil! Me resulta arduo imaginarme sin llevar una vida creativa. Si no me hubiera dado por el ejercicio de la narrativa me hubiera gustado hacer cine o pintar. También ser dibujante de comics. Claro que esas actividades también se encuentran en el ámbito de lo “creativo”. En todo caso, seguiría haciendo lo que hice en mi segunda juventud (voy por la cuarta): conducir camiones.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Corro, paseo en bicicleta y voy al gimnasio tres veces por semana.
¿Sabe cocinar?
Se me da fatal. Pero sé apreciar la producción de las personas que cocinan con maestría y me encanta que me pongan a prueba.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
¡Qué dilema! ¿Franz Kafka? ¿Herman Melville? ¿Gustave Flaubert? Creo que sería Kafka. Pero no; sería mi padre. Sin duda sería él.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Compasión.
¿Y la más peligrosa?
Patria.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Por supuesto. Pero siempre me he contenido.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Mis tendencias políticas están muy alejadas de todas las que hoy rigen en el planeta. Están relacionadas con un corpus filosófico y sociopolítico que estoy elaborando desde hace años y que no creo conveniente dar a conocer durante el término de mi vida. En la actualidad me temo que producirían escándalo y no serían muy bien entendidas. De todos modos, aún no completé el trabajo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un personaje de comics.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La pereza.
¿Y sus virtudes?
Se me da muy bien el arte de diferir el orgasmo en función del goce de mi pareja.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Una tarde en una habitación frente al mar, en Río de Janeiro, haciendo el amor con mi mujer.
T. M.