En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rafael Ángel Herra.
Si
tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Hago trampa
ampliando la pregunta. Hace muchos años habría elegido Berlín.
Después me habría
quedado en alguna ciudad histórica italiana, española o en el
sur de Francia. Hoy soy modesto y acepto quedarme en mi casa (eso sí con jardín, libros,
papel y pluma).
¿Prefiere
los animales a la gente? Depende desde qué perspectiva:
la gente no siempre es previsible; los animales sí lo son, y no muerden sin motivo.
¿Es
usted cruel? La crueldad consiste en gozar el dolor provocado
en otra persona. Este placer puede ser real o imaginario. Me hice la pregunta
cuando escribí sobre autoengaño
e incluso antes en un libro sobre violencia y agresión. Puedo decirlo: no siento placer con el mal ajeno.
¿Tiene
muchos amigos? Tengo muchos y buenos amigos; cercanos, no tantos.
¿Qué cualidades
busca en sus amigos? Transparencia, que no tengan doble cara.
Tampoco me gusta que experimentemos conflictos de lealtad. La amistad exige
paciencia.
¿Suelen
decepcionarle sus amigos? Cuando me
ocurrió, decidí que
fue culpa mía:
esperé demasiado. La amistad hay que cultivarla como a una
planta, nada más;
y que ella misma decida si florece o no. La amistad exige paciencia.
¿Es
usted una persona sincera? Sé que hay teorías
para las cuales ser sincero es casi imposible, empezando con uno mismo, porque
todas las relaciones están marcadas
por miríadas
de intereses, angustias, obligaciones, sospechas, bienes, sentido de
oportunidad, y al mismo tiempo por el altruismo, los afectos y la
transparencia. En mi caso me esfuerzo por ser sincero, pues creo que eso
fortalece las fuerzas que pugnan por mejorar la fauna humana. De otra manera
triunfa el odio.
¿Cómo
prefiere ocupar su tiempo libre? Me gustan
varias actividades: caminar al aire libre, estar con personas gratificantes,
cocinar y ver cine ocasionalmente, y leer.
En el acto de leer, tiempo libre y trabajo son uno y lo mismo.
¿Qué le da más miedo? En
lo personal, temo fallar en mis deberes y proyectos; en las relaciones con
otras personas, le temo al odio sin motivo; en lo social, me horroriza el
desastre al que se aproxima la humanidad. Sospecho que en el mundo vivo el ser
humano es la única
especie suicida.
¿Qué le
escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Desde
que leí a
los trágicos
griegos, que expusieron los peores conflictos del ser humano observando a sus
contemporáneos,
pocas cosas me escandalizan, aunque sí
me indigna sobre todo la injusticia.
Si
no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Me habría
gustado dedicarme a alguna actividad relacionada con la naturaleza.
¿Practica
algún
tipo de ejercicio físico? Gimnasia y senderismo.
¿Sabe
cocinar? Sí,
me gusta mucho, aunque solo lo hago ocasionalmente, en especial cocina mediterránea.
Si el
Reader’s
Digest le encargara escribir uno de esos artículos
sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Me juntaría
a jugar en un tiempo imposible con mi hija de tres años y mi abuela, cuando yo
era pequeño.
¿Cuál
es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? El neologismo italiano nostalgiogia,
que funde el placer del pasado con el entusiasmo de cambiar el mundo.
¿Y la
más peligrosa? [Siempre tengo] la razón.
¿Alguna
vez ha querido matar a alguien? Nunca he
querido matar nadie, aunque sí
me he imaginado la muerte de otros.
¿Cuáles
son sus tendencias políticas? Sin emplear las
palabras izquierda y derecha, que están
demasiado contaminadas, pienso que el estado debe garantizar los derechos
humanos y redistribuir con sus prestaciones
la riqueza producida por el conjunto de la sociedad. El mejor proyecto político parece ser
el que busca un balance entre lo público
y lo privado: no en vano el siglo XX ha conocido el fracaso tanto del
neoliberalismo como del centralismo autoritario en la economía.
Si
pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gustaría ser mago de los buenos.
¿Cuáles
son sus vicios principales? Aunque he visto
cómo azota la humana bestia, confío
demasiado en mis congéneres.
¿Y
sus virtudes? Confiar en la
bestia humana, a pesar de todo.
Imagine
que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le
pasarían por la cabeza? Me dolerían el tiempo
muerto y las ilusiones fallidas, los textos no escritos, los amores perdidos,
las delicias que no comí,
lo que no hice y quería
hacer. No me arrepentiré de no haber odiado.
T.
M.