lunes, 7 de febrero de 2022

Entrevista capotiana a Mar Rodríguez Vacas

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Mar Rodríguez Vacas.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi casa, pero antes del encierro la llenaría de libros.

¿Prefiere los animales a la gente? No, siempre las personas.

¿Es usted cruel? Jamás.

¿Tiene muchos amigos? Creo que sí. Y conocidos. Y también tengo de los que parece que lo son pero luego, en realidad, no lo son tanto. Pero soy una afortunada.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que estén cuando se les busca. Que compartan momentos contigo. Que haya tiempo para hablar, divertirse, pasear... Pero sobre todo, que cuando los veas parezca que no ha pasado el tiempo.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? El que decepciona pasa a la categoría de ex amigo de momento.

¿Es usted una persona sincera? Siempre.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leer, leer, leer, escribir, pasear, viajar, compartir momentos con los tuyos...

¿Qué le da más miedo? La enfermedad.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? A estas alturas de la vida estamos curados de espanto. Pero el maltrato infantil me indigna y entristece muchísimo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Soy periodista y me gusta mi profesión. También es algo creativo. Creo que en ese ámbito me desenvuelvo bien. No podría haber hecho otra cosa. O, de haberme sentido en la obligación, ya le hubiera buscado el lado creativo a esa supuesta labor impuesta. 

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Durante 20 años fue bailarina de ballet clásico. Con los años me pasé al pilates y ahora camino muuuucho.

¿Sabe cocinar? Sí.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Mientras más inolvidable sea un personaje más difícil es escribir sobre él. Me iría más al terreno personal. Mis padres, mis abuelos... 

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor.

¿Y la más peligrosa? Envidia.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? NO!

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Me las reservo.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Ser yo misma otra vez.

¿Cuáles son sus vicios principales? No tengo ni uno de los considerados malos. De los buenos, soy adicta a la gente alegre, a los libros y a intentar buscar el lado bueno de las cosas.

¿Y sus virtudes? Eso es mejor que lo digan los demás. Pero me considero una mujer alegre y muy leal a los suyos.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mis hijos, mi familia, y todo aquello que me quedaba por hacer y que ya... no podrá ser.

T. M.