Y es que, en efecto, en estas páginas veremos al
Baudelaire en su dualidad y reversibilidad, con un ánimo ansioso de resistencia
ante el mundo moderno que florecía en el segundo tercio del siglo XIX. El poeta
lo condenó pero se benefició de lo que aquella sociedad, en torno a los ámbitos
de la prensa o la fotografía, generaba. En eso se pone el acento: «Baudelaire
se resiste a esas “cosas modernas”, pero vuelve sobre ellas sin cesar; se
muestra refractario a ellas, pero vuelve sobre ellas sin cesar». De tal modo
que el Baudelaire biográfico y literario va apareciendo en el libro con gran
minuciosidad.
Por un lado, surge un hombre al que todo le repugna,
que todo lo critica agriamente, aunque anhelara publicar en los periódicos y
dejarse retratar; por el otro, se analizan sus últimos textos, “El esplín de
París”, los poemas en prosa en que se concentra con más fruición si cabe ese
talante ambiguo y contradictorio, de ataque al ambiente contemporáneo, en lo
urbano y social, pero también al mundo del arte, por ejemplo despreciando la
pintura narrativa. Con todo, esta irreductibilidad es sólo un pretexto, pues lo
importante e interesante es seguir las explicaciones de Compagnon acerca de la
concepción y alcance de algunas piezas significativas de Baudelaire, más allá
del comportamiento de posicionarse en contra de todo.
Publicado en La Razón, 7-V-2022