viernes, 23 de mayo de 2025

Entrevista capotiana a Uri Bleier

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Uri Bleier.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? México. Quizás habría países en los que preferiría vivir, pero no sé si habría tantos sobre los que querría escribir. El español mexicano y sus posibilidades son una fuente de inspiración inagotable.

¿Prefiere los animales a la gente? A la gente.

¿Es usted cruel? Puedo serlo. Me interesa explorar la mente humana y las posibilidades de manipulación que otorga el lenguaje.

¿Tiene muchos amigos? Suficientes para considerarme afortunado.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Necesito amigos para pensar, otros para sentir y algunos más para divertirme. Ese combo me parece fundamental.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Últimamente parece que vivo una epidemia de decepciones. Espero termine pronto y como hicimos con la pandemia, acomodar el recuerdo de tal forma que deje de incomodar. Perder a un amigo ha sido el proceso más doloroso que he vivido.

¿Es usted una persona sincera? Quizás demasiado. Me gusta pensarme como “brutalmente honesto”. Aunque comienzo a sospechar que cada día lo soy menos. Eso me asusta.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, corriendo y escribiendo.

¿Qué le da más miedo? Morirme. Me parece completamente innecesario.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Pensar en la cantidad de gente que confía en los políticos.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Ser desdichado.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Corro.

¿Sabe cocinar? Sí.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Juan Gabriel. Fue un gran amigo mío, a pesar de que él nunca lo supo.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Arte.

¿Y la más peligrosa? Insinceridad. El mundo se tuerce cada vez que alguien considera que el otro no es merecedor de su sinceridad. No siempre lo torcido es malo, pero no deja de estar torcido.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Por mucho menos de un segundo, sí.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Paul Preciado habla de él como un disidente del sistema sexo-genérico. Pues yo me considero un disidente del sistema político. Pensar en la posibilidad de construir una nueva forma de gobernar me parece el ejercicio de pensamiento más potente y hermoso. Nos debemos algo mejor.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Futbolista.

¿Cuáles son sus vicios principales? El gusto irremediable por la belleza. La gula. La ambición.

¿Y sus virtudes? El gusto irremediable por la belleza. El amor absoluto por la vida. La honestidad. Trabajar la empatía.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Lo cruel que es perderse la historia que se construye en la intimidad, el amor absoluto por mi madre, lo agradecido que estoy con mi padre y lo afortunado que fui de tener a mi hermana. No haber podido besar a quienes más he querido, el peso del deseo no correspondido.

T. M.