El año pasado, Borja Cardelús y Muñoz-Seca, abogado y economista, que
tanto ha hecho por los campos de la conservación y divulgación de la
naturaleza, publicaba un libro monumental, “La España del silencio. Novelas del mundo Rural”, en que, consciente
de que hay un deber moral frente al riesgo de que nuestro patrimonio, de raíces
milenarias, de los campos y pueblos españoles no se perdiera. Un mundo poblado
de sonidos, como el aullido del lobo, el paso del rebaño trashumante de ovejas,
la campana de la iglesia o el rumor del río, todo lo cual está siendo
fagocitado cada día que pasa por la vida urbana y el progresivo alejamiento del
ser humano de la Madre Naturaleza y la existencia sencilla de gentes que
también ejemplifican un lenguaje castellano sabio y rico.
Ahora, da un paso más allá, transoceánico, y dedica otro gran libro a lo hispano, “América Hispana”, pero esta vez en lo que respecta a su legado ultramarino: las huellas que los españoles dejaron en todo el continente americano, a partir de una gran hazaña en el Nuevo Mundo que, según Cardelús, es aún muy desconocida, cuando no criticada, y que generaría un encuentro de culturas que al fin y a la postre daría como resultado que 600 millones de personas compartan una misma sangre mestiza, así como una lengua, religión, cultura y costumbres comunes que se extienden sobre España, Iberoamérica y los Estados Unidos. Y así empezamos, en conversación con el escritor, preguntándole precisamente por ese desconocimiento, el cual, de no existir, no habría dejado emerger la Leyenda Negra.
Una nueva raza mestiza
Es más: «La inmensa obra de España en los planos material, cultural y humanístico ha sido no solo ocultada, sino falseada. Cuando España llega a América habitan 13 millones de indios. No hubo genocidio, sino mortandad inicial causada por los virus europeos. Pero el desarrollo de los anticuerpos por parte de los indios, y la protección de los indios que desarrollaron las Leyes de Indias, provocaron la recuperación de la población de la población nativa, de modo que al salir España de América había quince millones de indios», asegura Cardelús, que ha publicado más de cuarenta libros, algunos de este misma temática, como “La Civilización Hispánica”, “La huella de España en Estados Unidos”, “La Florida española” o “El Mar español”. Y es que ha estudiado tanto estos asuntos que a su juicio, «en los últimos dos mil años solo se ha creado una nueva civilización, la Civilización Hispánica, porque los españoles se mezclaron con los nativos y se creó una nueva raza mestiza, la hispana, algo que ni siquiera pudo hacer Roma, pues no dispuso de gente para mezclarse».
Nuestra civilización, así pues, es una combinación de genes biológicos y culturales: la lengua, la religión, los usos y costumbres, la filosofía de vida, que convergen con rasgos que nos diferenciarían de otras culturas, como la anglosajona, como por ejemplo el afán de comunicación, la solidaridad o la afición a la fiesta. Pero, por desgracia, mucho de estas virtudes quedarían ensombrecidas cuando, durante cinco siglos, Inglaterra y otras naciones como Francia u Holanda hicieron campaña en contra de España hasta lograr una oscura Leyenda que «fue mantenida por razones políticas, económicas y religiosas», nos señala Cardelús, que no duda en calificar tal cosa de la «"fake new" más exitosa de la historia; la han creído y asimilado en todo el mundo, incluso en España, y desde luego en Iberoamérica, como acaban de manifestar los presidentes de Perú y de México». Y, sin embargo, la verdad sería otra muy distinta.
Ciertamente, «España dejó en América una siembra extraordinaria de mejoras: ciudades y pueblos, universidades y colegios, hospitales, catedrales, templos, caminos...». Incluso, «dejó un continente intacto: unido desde California a la Tierra del Fuego, con todos sus bosques y selvas, con sus suelos agrícolas plenamente productivos, con más indios que a su llegada». Luego, vendría la Independencia de la América española, dando paso a una fragmentación en veinte países y lo que considera el inicio del caos: guerras entre naciones, guerras civiles, guerrillas, expropiación de las tierras de los indios, esclavización de tribus, explotación extranjera de recursos naturales o pérdida de territorios, deforestación… hasta la violencia, la corrupción o el narcotráfico que aún imperan en tantos lares hispanoamericanos.
Publicado en La Razón, 23-I-2022