martes, 4 de julio de 2023

Entrevista capotiana a Marto Pariente

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Marto Pariente.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi casa. Pues mi hogar es dulce trinchera. Bastión. Reducto adonde regresar una y otra vez mientras el mundo se va al carajo.

¿Prefiere los animales a la gente? No, pero eso no quita que quiera más a mi perrita que a algunas personas con las que me he cruzado.

¿Es usted cruel? Crueles son los niños sinceros, los dioses sentados y los monstruos ociosos. Los escritores como yo solo somos aficionados.

¿Tiene muchos amigos? No. Unos cuantos amigos y un buen puñado de conocidos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La lealtad. De hecho, muchos de ellos compran mis libros y luego no los leen. Me lo dicen, son sinceros. Ya se enterarán de qué va la historia cuando saquen la película. Eso dicen. Y eso me vale.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Cuando no saben marcharse a tiempo.   

¿Es usted una persona sincera? Solo cuando digo la verdad.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Familia, libros, películas, cocina y deportes (en la tele, claro).

¿Qué le da más miedo? Lo que más miedo me da es no estar a la altura cuando las cosas vengan duras de pelar. Y vendrán. La vida nos depara retos, tiempos difíciles, encrucijadas.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Vivimos anestesiados, cómodos, no queremos grandes complicaciones. Si analizamos esto, deberíamos escandalizarnos de la indiferencia que mostramos hacia todo tipo de cuestiones.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Oh, he pasado por muchas fases en mi infancia (la respuesta variaba en función de la última película que había visto): futbolista, astronauta, arqueólogo… Ahora y con la perspectiva que te dan los años, me gustaría haberme dedicado a la astrofísica, la astronomía. Me fascina todo este tipo de disciplinas y cuestiones relacionadas con el estudio del universo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Muy poco. Andar despacio. Algo más cansado no va conmigo. De hecho no corro ni cuando pierdo el autobús.

¿Sabe cocinar? En casa me han ascendido de cocinilla a cocinero. No debe ir mal la cosa.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Como no sé si refiere a un personaje real o ficticio, le voy a contestar con uno de cada. Real: John Nash. Ficticio: Ed Tom Bell, sheriff de la novela de Cormac McCarthy, No es país para viejos.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Confianza.

¿Y la más peligrosa? Confianza.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, pero se me ha pasado tras el primer disparo.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Tiendo a pensar.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Astrofísico, astrónomo. Divulgador científico.

¿Cuáles son sus vicios principales? Tabaco y café.

¿Y sus virtudes? La lealtad.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Imagino que por mi cabeza pasaría mi vida. Pero en realidad lo que me gustaría que pasase por mi cabeza es un salvavidas. De los grandes. Nada de esos hinchables. De los naranjas y duros. Por si viene marejada.

T. M.