sábado, 27 de julio de 2024

Entrevista capotiana a Paula Carballeira

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Paula Carballeira.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Un teatro. Con cocina y despensa, claro. Me gustaría tener las necesidades básicas cubiertas para poder vivir tantas vidas como pudiera imaginar en escena, de tantos modos como me fuese posible. Haría trampas, porque viviendo solo en un teatro viviría en muchos lugares a la vez.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero algunos animales a algunas personas.

¿Es usted cruel? Supongo que sí, a veces, aunque intento no serlo, porque detesto la crueldad.

¿Tiene muchos amigos? Valoro muchísimo la amistad. No sé si tengo muchas amigas o muchos amigos en términos cuantitativos, pero mi sensación es esa.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Me suelo acercar a personas con un gran sentido del humor y de la ironía, y una gran capacidad de imaginación y comprensión. Me encanta no tener que dar explicaciones.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No.

¿Es usted una persona sincera? Lo intento, porque lo considero esencial para la literatura y para las artes escénicas.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta explorar. Desde pequeña. Voy por caminos que no conozco hasta que me canso de andar y descubro que a menudo no soy consciente de lo que me rodea y me maravilla poder sorprenderme, tener esa capacidad de sorpresa, e imaginar qué me puedo encontrar o con quién me puedo cruzar en el camino.

¿Qué le da más miedo? El olvido.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La ignorancia, entendida como falta de voluntad para adquirir conocimientos de cualquier tipo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Todo me llevaba a dar clases de lengua y literatura en institutos, o quizás me hubiese esforzado más por quedarme en la Facultad, o por aprender a trabajar la tierra y ser autosuficiente, o intentaría ser traductora de alguna lengua no románica, o carpintera, como mi abuelo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? No habitualmente. Cada vez que empezamos con los ensayos de una obra de teatro en la que participo como actriz y llega la parte de preparación física, tengo la firme intención de apuntarme a algo para continuar, pero nunca lo consigo, aunque mis sesiones de narración oral para público infantil se pueden considerar un buen entrenamiento.

¿Sabe cocinar? Sí. E incluso puedo llegar a cocinar bien los platos que más me gustan. Mi mayor logro es intentar cocer el pulpo en su punto. Me da pena no disponer de más tiempo para cocinar con calma, porque siempre llega la hora de hacer la comida y me pilla desprevenida, así que voy a lo fácil.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mi prima Pitusa. Mi prima Pitusa me abrió el mundo. No solo a mí, sino a muchas personas que se sentían escuchadas por ella, a las que le dedicaba su tiempo, su cariño, su talento, como periodista y como escritora.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Principio.

¿Y la más peligrosa? Incuestionable.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? El respeto, fundamentalmente. El respeto a las personas y a los seres vivos en general, a la pluralidad cultural, a los derechos humanos y a la diversidad. Respetar y ser respetada.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Música. Astronauta. Física.

¿Cuáles son sus vicios principales? La cerveza y la impaciencia.

¿Y sus virtudes? La constancia y el deseo de ofrecer.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Hoy por hoy, las imágenes que tengo más presentes son las de la guerra de Gaza, que se intercalarían con las de mis paisajes, los paisajes de mi tierra, sobre todo, y de las tierras que me acogieron, y con las de mi familia. Mi familia, digamos, de sangre, y la familia que me he ido creando durante todos estos años, una familia enorme, con personas de distintos lugares y de todas las edades. Serían miles de sonrisas, para ahogarme con esperanza, aunque la idea de ahogarse esperanzada resulte ridícula.

T. M.