lunes, 23 de septiembre de 2024

Entrevista capotiana a Joaquim Molina

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Joaquim Molina.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una gran biblioteca, seguramente la biblioteca que Jorge Luis Borges imaginó.

¿Prefiere los animales a la gente? Dependiendo de las circunstancias y del carácter del espécimen, me inclino a veces por unos o por otros.

¿Es usted cruel? Creo que no tengo la frialdad suficiente para herir a sabiendas.

¿Tiene muchos amigos? Muchísimos. Dos, quizá tres.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Cierta lealtad, una connivencia que sea inmune al paso del tiempo.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? La decepción es un sentimiento bastante pueril. Con la edad aprendes a aceptar a las personas como son.

¿Es usted una persona sincera? Lo soy si es estrictamente necesario y hasta donde me lo permite la educación y las buenas formas. Muchas veces se toma por sinceridad lo que únicamente es impertinencia y afirmación fútil del ego.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? De muchas formas: con la familia, con un buen libro. Cocino y escribo.

¿Qué le da más miedo? Me daría miedo llegar al final de mi vida y responder afirmativamente a la pregunta de Iván Ilich, el personaje del cuento de Tolstoi: ¿Y si toda tu vida ha sido un error?

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandaliza con qué ligereza desoímos las lecciones de la historia y con qué alegría y temeridad infantil caemos en los mismos errores del pasado.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Me hubiera gustado ser pintor o escultor.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Me gusta nadar porque no tengo que competir con nadie y el ritmo de respiración y movimientos hace que me reconcilie con mi cuerpo.

¿Sabe cocinar? Dicen que no lo hago mal.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Si se refiere a un personaje de ficción elegiría al profesor Humbert Humbert, el protagonista masculino de Lolita, un tipo despreciable y tierno, refinado y sentimental, contradictorio siempre, como lo somos todos.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Mañana.

¿Y la más peligrosa? Utopía.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Naturalmente. Si guiño un ojo, siempre tengo una diana en el que queda abierto y al final de mi índice aparece un cañón de revolver Smith & Wesson modelo 29 de doble acción, como el de Harry el sucio.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Con el tiempo me he ido haciendo liberal, pero como los del siglo XIX. Simpatizo más con Cánovas que con Sagasta.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gustaría ser una fuente en Aix-en-Provence.

¿Cuáles son sus vicios principales? Procrastino en todo aquello que no me interesa.

¿Y sus virtudes? Soy constante en mis afectos.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Supongo que pensaría en los seres queridos, en el dios de mis padres y en la Virgen del Carmen para que me sacara del aprieto.

T. M.