domingo, 17 de julio de 2016

Entrevista capotiana a Tomás Sánchez Bellochio

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Tomás Sánchez Bellochio.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una ciudad con playa y montaña, como Río de Janeiro o Barcelona, pero traería a todos mis amigos y familia a vivir cerca.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende para qué.
¿Es usted cruel?
Creo que en esencia soy una buena persona, pero seguramente fui cruel alguna vez.
¿Tiene muchos amigos?
Sí. Y el haber vivido en varios países los multiplica.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Buscar algo implicaría ganancia, interés. Hay amigos que son como familia, uno no los elige o los eligió hace mucho tiempo. Hay amigos para ciertas actividades en común pero con los que no se comparte nada más. Con los años, uno va cambiando y se va haciendo amigo de personas que parezcan más compatibles con lo que uno quiere ser.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Alguna vez. Ahí hay que ver qué tan profundo y sano es el vínculo y si vale la pena sostenerlo.
¿Es usted una persona sincera? 
Soy sincero. Lo que no quiere decir que sea sincericida.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Viajo. Saco fotos. Leo. Veo series.
¿Qué le da más miedo?
Perder trágicamente a alguien. En cuanto a mí, quedar cuadripléjico.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La estupidez (ésa que es profunda y voluntaria) y la injusticia. Cuando se combinan, por ejemplo en el discurso ramplón de derecha, buscando argumentos para cercenar derechos, me escandaliza todavía más.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Director de cine o cantante. En realidad, ya soy cantante de baño. Así que director de cine.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Jugué rugby muchos años. Me gusta el fútbol, el tenis, nadar. Hoy en día, para mantenerme, voy al gimnasio y salgo a correr.
¿Sabe cocinar?
Me defiendo pero con pocas opciones. Me gusta como excepción no como rutina. Me molesta que uno tarde más en cocinar que en comer. Odio cómo queda la cocina después.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
No soy el tipo de persona que admira personas o tiene ídolos ni se emociona por “personajes inolvidables”. Por ejemplo, puedo admirar un libro o una película, no al escritor o al director. Suele suceder que la obra sea más brillante o sabia que su autor. Cuando escribo, mi foco es siempre más en la historia que en los personajes. No suelo empezar una historia desde un personaje. Más bien, son cosas que hace o le suceden a alguien. Y ese alguien lo pienso en función de eso que pasa en la historia.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Nacer.
¿Y la más peligrosa?
Trump y sus heterónimos en el resto del mundo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Seriamente no. Como juego de la imaginación, muchas veces.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo en la redistribución de la riqueza, en la conquista de derechos, en la educación pública y gratuita, en el acceso universal a la salud. La política real es siempre comparativa: de entre las opciones voto por lo menos peor pero con posibilidades. El partido que sienta más cercano a mi corazón ideológico.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
A veces siento culpa de omisión. Por ser publicista y escritor. Me gustaría ser alguien o algo que hiciera más por los demás. Alguna vez, en terapia, lo comenté y la psicóloga trató de dejarme un poco más tranquilo con respecto a los roles que uno asume. Y algo de razón tenía. Cuando vendo una idea o un proyecto, estoy defendiendo el trabajo y el sustento de un montón de personas que trabajan conmigo. Y sin embargo, es un malestar que vuelve.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No creo tener una personalidad adictiva ni viciosa. No tomo mucho, no fumo, no me gusta el juego, nunca tuve un problema con las drogas. Según un amigo soy adicto al enamoramiento. Pierdo mucho tiempo en internet que podría dedicar a otra cosa. Ahora, si hablamos de vicio como defecto, a veces puedo llegar a ser muy criticón, intolerante o egocéntrico.
¿Y sus virtudes?
Sé escuchar. Soy optimista de largo plazo. Supongo que soy empático porque si no no podría ponerme en el lugar de mis personajes. Tengo sentido del humor.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Sonará bizarro, pero las muy pocas veces que tuve una sensación de muerte inminente (por ejemplo una vez en ruta, de noche y bajo la lluvia, con un auto que se había cruzado de carril) pensé en lo que no había terminado de escribir. Será porque todavía no tengo hijos.

T. M.