jueves, 18 de diciembre de 2025

Entrevista capotiana a Juan de Oñate

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan de Oñate.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Madrid. Es una ciudad que lo tiene todo, bullicio, cultura, día, noche…  Otra ciudad que me apasiona es Roma, pero no sé si la elegiría para vivir para siempre.

¿Prefiere los animales a la gente? De ninguna manera.

¿Es usted cruel? Tengo muchos defectos, pero no me considero cruel.

¿Tiene muchos amigos? Muchos. A veces pienso que más incluso de los que merezco (pero que no se enteren).

¿Qué cualidades busca en sus amigos? No soy exigente. Siento que la vida es larga y que hay momentos de mayor proximidad y otros de distancia sin que eso erosione la amistad. Me entusiasma ver a gente con la que no has mantenido apenas contacto durante años y percatarme de que la amistad es igual que si nos viéramos a diario. Si hubiera que destacar una cualidad que me importa en un amigo, creo que la principal es la lealtad y si encima tiene sentido del humor, mejor que mejor.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No recuerdo ninguna decepción importante.

¿Es usted una persona sincera? Bastante.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Eso suena a Perales. Deporte, escritura (que para mí sigue formando parte del ocio), familia, amigos. Nada original.

¿Qué le da más miedo? Acabo de cumplir los cincuenta. Y eso me ha dado pavor.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La política de este país. Me parece escandalosa.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Lamentablemente ahora mismo es casi utópico pretender vivir únicamente de escribir libros así que toca compatibilizar, en mi caso dirigiendo la Asociación de Periodistas Europeos. En el fondo, siento que juntar escritura y periodismo es algo natural, que se complementan de alguna manera.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Aún me arrastro por las canchas de baloncesto (sí, a mi edad…). Es liberador.

¿Sabe cocinar? Me apaño dignamente.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Hay unos cuantos personajes de la Transición española que merecerían ese artículo. Suárez, Gutiérrez Mellado, incluso el Rey… Siento que no siempre hemos sido conscientes de las renuncias que tuvieron que hacer unos y otros en aquella época y me preocupa que las nuevas generaciones desconozcan su labor y den por sentadas las libertades sin entender que ni nos las regalaron ni son indelebles, sino que, por el contrario, precisan de su atención y cuidado.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Mañana.
¿Y la más peligrosa? Imposible.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? En sentido figurado, con frecuencia. Para eso están los libros, para dotarte del poder omnímodo que te permite matar a alguien sin condena ni penitencia.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? No me adscribiría a ninguna tendencia política concreta. Tengo mi opinión de cada cuestión y al final busco el partido político que coincida conmigo en el mayor número posible de esas cuestiones. Lo que sí considero es que, como defendía Aristóteles, la virtud está en el término medio, y no soy muy partidario de los extremos.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me siento bastante satisfecho con lo que soy. No tengo demasiados sueños sobre cómo podría ser mi vida.

¿Cuáles son sus vicios principales? Supongo que la pereza me vence con relativa facilidad.

¿Y sus virtudes? Hay una virtud que siempre me ha enorgullecido, aunque no es realmente mía. Se trata de que siempre he podido decir lo que he querido a mis amigos, incluidas críticas rotundas, sin que les sentara mal. Digo que la virtud no es realmente mía porque el mérito es de ellos por no enfadarse, pero me satisface poder decir las cosas, ya sea en serio o en broma, sin ofender.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Espero que en esas imágenes abundaran las sonrisas. Que resumieran el disfrute de la vida sin que se colaran los peores momentos que inevitablemente todos pasamos.  

T. M.

miércoles, 17 de diciembre de 2025

El escritor como activista ideológico

A Paul Aubert, catedrático emérito de Literatura y Civilización Españolas Contemporáneas de la Universidad de Aix-Marsella y un experto en Velázquez, le debemos grandes estudios de tinte cultural-político en nuestro propio país. En esta línea se han movido estudios como «La aventura de las vanguardias en España», o «Gotas de sangre jacobina. Antonio Machado y la política», por citar los aparecidos en la editorial Renacimiento. Ahora nos brinda otro voluminoso trabajo, «Los que suscriben. Manifiestos, proclamas, textos programáticos y críticos. España, 1897-1957», una antología que coloca la figura del escritor como activista ideológico, desde un documento que alude a los conflictos de Cuba y Filipinas hasta el manifiesto del grupo «El Paso», lo que nos lleva a un gran número de voces literarias y políticas como Rafael Alberti, Vicente Huidobro, León Trotsky o César Vallejo, y a textos como el «Programa político futurista», el «Manifiesto creacionista» o el «Manifiesto de la Alianza de Intelectuales».

Publicado en La Razón, 13-XII-2025

 

martes, 16 de diciembre de 2025

Entrevista capotiana a William González

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de William González.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Aquel donde estén mi madre y mis hermanas.

¿Prefiere los animales a la gente? La gente, aunque cada vez la soporte menos. Sobre todo a los moralistas.

¿Es usted cruel? Sí, cruel para el enemigo.

¿Tiene muchos amigos? Quizás unos cinco imprescindibles. Los demás, simples conocidos y harpías que buscan algún beneficio.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Lealtad y que me digan siempre las cosas, buenas y malas, a la cara.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, porque de lo contrario no serían mis amigos.

¿Es usted una persona sincera? Trato de serlo.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Café y charla con mi madre, leer un buen poemario, viajar con la mujer que amo…

¿Qué le da más miedo? Las personas que no tienen nada que perder en esta vida. Son tipos y tipas peligrosos. Les tengo un miedo máximo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Los cínicos que se aprovechan de la dictadura nicaragüense para pasearse por Europa y el mundo, fingiendo que “denuncian” la situación del país cuando, en realidad, solo buscan llenarse los bolsillos a través de fundaciones. Me escandaliza su ignorancia, sus mediocres y estúpidas carreras políticas mientras otros, los de a pie, se mueren de hambre.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Soy un Nadie.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Antes, atletismo de resistencia y balonmano. Ahora intento ir cuatro días a la semana al gimnasio. El gimnasio es el cementerio de mi estrés laboral.

¿Sabe cocinar? Lo suficiente para no morirme de hambre.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mi papá Chava, el hombre más valiente y loco que he conocido.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? La que encaja en un verso que emociona y subrayas.

¿Y la más peligrosa? Dictadura.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Tras cinco años de documentación y entrevistas con pandilleros y sicarios en zonas recónditas de Centroamérica con el fin de escribir un poemario, Cara de crimen, uno aprende que al enemigo siempre hay que tenerlo en la mira. Ya sabe, antes de que llore mi madre que llore la tuya.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Para el que ve mis artículos en ABC, soy facha y monárquico. Para el que me leyó en elDiario.es o mi último reportaje en El País, seré un progre. Dependerá de la perspectiva y lo que el algoritmo de Google le muestre primero.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Multimillonario.

¿Cuáles son sus vicios principales? El amor, las mujeres y la vida, escribió Benedetti.

¿Y sus virtudes? Recordando al gran Faulkner, hablo desde la experiencia que me ha otorgado el fracaso.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Esa que me persigue siempre: la vez que un pandillero asesinó a otro delante de mis ojos cuando yo tenía siete años. Conocí la muerte temprano. No le tengo miedo.

T. M.

lunes, 15 de diciembre de 2025

Un artículo sobre el hotel Wittmore de Barcelona


Hoy aparece, en la sección de "Viajes" del diario La Razón, este artículo mío, en mi faceta de viajero hotelero-gastronómico, titulado "Wittmore Hotel: una delicia de hotel boutique escondido en el Barri Gòtic".

viernes, 12 de diciembre de 2025

Entrevista capotiana a Alberto Zamuner

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Alberto Zamuner.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Yo nací y viví en Buenos Aires, hasta que mis hijos quisieron irse a Europa. Si no pudiera estar en otro sitio seguiría siempre allí.

¿Prefiere los animales a la gente? Me gusta estar con la gente porque habla, escribe y lee. Pero los animales nos quieren, nos acompañan, y nos caen bien porque no opinan ni preguntan.

¿Es usted cruel? Muchas veces tuve ganas de aplastar alguna cabeza, pero no supongo que fuera por crueldad.

¿Tiene muchos amigos? No; porque ser amigo es coincidir mucho, y eso no suele pasar.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? No creo que busque cualidades: nos encontramos con que alguien es un amigo sin habérnoslo propuesto.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Es bastante habitual que nos decepcionen; pero no es su culpa. Tal vez sea porque la gente cambia con el tiempo, y porque esperamos coincidir más de lo posible.

¿Es usted una persona sincera? Creo que sí, y cuando no lo soy no me doy cuenta.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? En leer, escribir, ver charlas en YouTube o sentarme a mirar la vida.

¿Qué le da más miedo? Que las cosas no salgan como tengo ganas.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Los humanos que tienen cualidades humanas y las usan muy poco.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Tal vez habría sido rico, porque me habría dedicado a invertir para ganar. En esta vida invertí para que la gente conociera lo que escribí, y gané muy poco. Pero si hubiera sido un rico sin disposición a escribir me habría aburrido.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Salgo a caminar un rato. Lo que no quiero es pensar que me queda algo pendiente para hacer en lo que resta del día.

¿Sabe cocinar? Cocino un poco para la gente que me quiere. Y como me quiere no comenta nada sobre lo que preparé.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Hay varios personajes que admiro. Pero me acuerdo más de sus actitudes que de sus nombres. Si eligiera uno sería injusto con los otros.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? No me gusta mucho la idea de “tener esperanza”. Entre las palabras que más me gusta está avanzar.

¿Y la más peligrosa? Esperar.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Varias veces. En mis cuentos me pregunto qué pasaría si pudiéramos matar sin sufrir ninguna consecuencia. La gente haría algo muy distinto a lo que suele contestar.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Mi ideal es una sociedad donde cada uno trabaje para sí mismo. Esto no puede más que ser provechoso; porque para beneficiarse a sí mismo hay que hacer algo bueno para otros, que si no es bueno no nos lo comprarían.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? No se me ocurre. Todos somos lo que tenemos vocación de ser.

¿Cuáles son sus vicios principales? Creo que el principal es pensar de más. Pero tal vez no sea tan malo porque siempre da origen a algún cuento.

¿Y sus virtudes? Tal vez sea la idea de que se puede hacer todo mejor, si es que la pongo en marcha.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Eso se sabe únicamente cuando uno se está ahogando. Hasta ahora no fue el caso.

T. M.

jueves, 11 de diciembre de 2025

Médicos, enfermeras y ambulancias en 1936-1939

Hace unos meses aparecía «Amor y sexo en la Guerra Civil», de Fernando Ballano, donde se ofrecía una mirada de la Guerra Civil Española no desde los previsibles aspectos desoladores, sino desde el placer y el romanticismo. Lo publicaba Arzalia Ediciones, cuyo editor, Ricardo Artola, siempre está atento a explorar la historia desde enfoques novedosos; en esa línea cabe contemplar «La sanidad en la Guerra Civil», de Virginia Casanova Durán, especializada en Cirugía General y del Aparato Digestivo en el Hospital Doce de Octubre de Madrid. Esta cirujana se ha hecho experta en el estudio de la atención sanitaria y quirúrgica, entre otras cosas, tras analizar la situación de los enfermos y heridos de nuestra contienda armada, acercando la labor de sus colegas médicos y enfermeras al lector actual. Su trabajo resulta encomiable, qué duda cabe, pues nos introduce en los métodos de curación en un contexto de extrema escasez de medios y estrés máximo.
Publicado en La Razón, 6-XII-2025

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Entrevista capotiana a Ignacio del Burgo

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ignacio del Burgo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? En algún sitio con mar y buen clima.

¿Prefiere los animales a la gente? Defiendo siempre la dignidad humana. Dicho ello, algunos animales son más leales que muchas personas

¿Es usted cruel? En absoluto. Sigo la máxima de tratar a todos como quiero que me traten.

¿Tiene muchos amigos? Conservo mis buenos amigos de la infancia. Son como una familia.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Franqueza y estar cuando se les necesita, sin juzgar.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Alguno lo habrá hecho, pero tengo mala memoria para eso.

¿Es usted una persona sincera? Lo intento siempre. Es más sencillo que fingir.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Con mi familia, mis amigos y escribiendo cuando surge la inspiración.

¿Qué le da más miedo? La pérdida de mis seres queridos.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La política basada en la mentira y la polarización que erosiona la convivencia.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Mi trabajo como abogado paga las facturas; escribir es vocación y forma parte de mi ADN.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Pasear. Mi forma de poner en orden la cabeza.

¿Sabe cocinar? A grandes rasgos, sí. Me gusta y me relaja.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?  Winston Churchill, por su complejidad y liderazgo.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Vida.

¿Y la más peligrosa? Fanatismo.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Quizá, de niño, a algún profesor de matemáticas. Una tentación fugaz.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soy un hombre de centro, decepcionado con la situación actual.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Periodista; y soñando a lo grande, actor.

¿Cuáles son sus vicios principales? Mi mujer diría que la impaciencia.

¿Y sus virtudes? El compromiso y la constancia; cuando creo en algo, persevero.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mi infancia, mis padres y los rostros de quienes han marcado mi vida.

T. M.

martes, 9 de diciembre de 2025

La revista "Qué Leer" de este diciembre

Ya está en los quioscos el nuevo número de la revista Qué Leer (diciembre, núm. 322), que se complementa con otros textos que aparecen en su sitio web, Facebook y X.

En este enlace de Zinio se puede adquirir la revista y ver todo el sumario con un extracto de cada una de sus secciones: mi editorial "Alma en las Palabras", "Laureles", "Lletres catalanes", "Hoy" (narrativa, no ficción, poesía), "Protagonista", "Ayer" (efeméride, contemporáneo, clásico), "Cata", "Voz autoral", "Voz editorial", "Imágenes", "Hechos", "Novedades" e "Invenciones. Cien páginas repletas de reseñas, entrevistas, reportajes literarios, columnas de escritor, avances editoriales...

lunes, 8 de diciembre de 2025

Entrevista capotiana a Juan Miguel Aguilera

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan Miguel Aguilera.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi casa, con mis libros, mi ordenador y mi terraza con plantas. También me gusta salir de vez en cuando, pero —aunque suene raro decirlo— no lo pasé tan mal durante el confinamiento.

¿Prefiere los animales a la gente? A la gente, aunque siempre he pensado que los amantes de los animales suelen ser gente agradable.

¿Es usted cruel? A veces lo he sido si me he sentido agredido. Y luego lo he lamentado.

¿Tiene muchos amigos? No muchos, porque distingo entre amigos y conocidos. Y los amigos y amigas de verdad son algo especial para mí. Siempre he tenido más amigas que amigos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Busco poder hablar de las cosas que no puedo hablar con la mayoría de la gente: emociones, creatividad, ciencia, cine, novelas. Es algo que a veces no es tan fácil.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No es lo normal, pero si sucede hay que saber perdonar. Yo también habré decepcionado más de una vez.

¿Es usted una persona sincera? Sí, hasta cierto punto. Para mí no tiene sentido señalarle a alguien sus defectos a no ser que pregunte tu opinión.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me apasiona el cine, una buena charla con un pequeño grupo de amigos, leer.

¿Qué le da más miedo? La decadencia física y mental.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La hipocresía y la falta de ética.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Estudié Bellas Artes y tenía un estudio creativo con el dibujante Paco Roca. Pero, bueno, si tengo que elegir algo que no tenga que ver con lo artístico, me apasiona el mundo de la ciencia. La investigación especialmente.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Antes iba al gimnasio cinco días a la semana, pero últimamente solo camino o uso la elíptica que tengo en casa. Curiosamente, mover las piernas me ayuda a desarrollar las ideas cuando escribo.

¿Sabe cocinar? Cocino muy bien. No lo digo yo, podría dar fe cualquier persona a la que he invitado en mi casa. Además, disfruto mucho haciéndolo, me relaja.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Javier Redal. Una persona que literalmente me cambió la vida. Era un profesor de biología en el instituto en el que yo estudiaba BUP. Puso una convocatoria para hacer la revista del instituto, nos hicimos amigos y acabamos escribiendo cuatro novelas juntos. Me enseñó el amor por la ciencia y por lo racional.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Imaginación.

¿Y la más peligrosa? Estupidez.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No. Me puedo enfadar mucho, pero se me pasa demasiado rápido.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo que la razón está en el punto más alejado de los extremos.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Pues antes he dicho que científico, pero la verdad es que me siento feliz con mi vida y mi trabajo creativo siempre ha sido mi pasión. Si puedo repetir lo mismo corrigiendo algún que otro error, por mí perfecto.

¿Cuáles son sus vicios principales? Vicios creo que no tengo más allá de los que tiene todo el mundo en su vida privada, pero nada exagerado. Y cada vez menos, lamentablemente.

¿Y sus virtudes? Se puede confiar en mi palabra.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Ya he vivido algo parecido. Hace tres años tuve un ictus bastante grave. Durante varias horas estuve tirado solo en una camilla notando como mi cuerpo se iba apagando poco a poco. No sentía dolor, solo esa sensación de que te vas diluyendo, y al mismo tiempo mi mente funcionaba perfectamente. Eso me resultó fascinante, porque somos un mecanismo que tarde o temprano deja de funcionar, sin embargo tenemos una consciencia que ha interpretado toda la realidad hasta entonces. Parece absurdo que eso pueda desaparecer, pero así es. Estuve pensando en todo aquello, y esa fue la base de mi última novela. Eso es lo genial de ser escritor, que hasta el acontecimiento más traumático lo puedes utilizar como combustible para escribir. Si sobrevives, claro.

T. M.

sábado, 6 de diciembre de 2025

La feminista que exigía una sociedad igualitaria y reivindicó a los hombres

En 1790, la inglesa Mary Wollstonecraft publicó «Vindicación de los derechos del hombre» (ahora en traducción de Javier Fernández Rubio), una respuesta enérgica al conservadurismo de Edmund Burke y un manifiesto a favor de los valores revolucionarios de igualdad, libertad y justicia. En este texto, la madre de Mary Shelley despliega una defensa de la razón como fundamento esencial para la organización política y social, y desafía la legitimidad de los privilegios de la nobleza y el clero, además de criticar la hipocresía de las élites y el uso de la tradición para perpetuar la desigualdad. Este ensayo, precedente directo de su obra más conocida, concebida para una sociedad basada en el respeto por los derechos humanos universales, «Vindicación de los derechos de la mujer», pone de manifiesto su aguda sensibilidad política y filosófica, y hace de esta obra un texto fundamental para entender las raíces del pensamiento moderno y feminista.

Publicado en La Razón, 4-X-2025


viernes, 5 de diciembre de 2025

Entrevista capotiana a Jesús Villegas

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Jesús Villegas.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? La playa. La antigua huerta de mi padre.

¿Prefiere los animales a la gente? No.

¿Es usted cruel? Quizá sin proponérmelo pueda haberlo sido.

¿Tiene muchos amigos? Espero que sí.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Lealtad y buena conversación. Que sean buenas personas.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No.

¿Es usted una persona sincera? No.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo y conversando. Por ese orden.

¿Qué le da más miedo? Las desgracias, las calamidades, la muerte.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El cinismo de algunos. La desfachatez. La violencia. Los abusones.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Profesor.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí. La natación.

¿Sabe cocinar? Depende. Hago de comer. No sé si eso es cocinar.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Los personajes de García Márquez. No sabría cuál.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amor.

¿Y la más peligrosa? Ideología.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No. Sí, que muriera (pero sin pensar, impulsivamente).

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Sentido común, honradez y libertad, ¿le vale así?

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Pájaro.

¿Cuáles son sus vicios principales? Fumar, es el más principal.

¿Y sus virtudes? Paciencia.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mi madre. Mi mujer e hijos. Mi familia entera. No por ese orden, todos juntos.

T. M.