A mediados del siglo XIV, la Peste Negra, provocada por la bacteria
“Yersinia pestis”, transmitida por las pulgas de las ratas, aniquiló al
cincuenta por ciento de la población europea (unos doscientos millones de personas
en todo el mundo). De los cien millones de indígenas que vivieron en el
hemisferio occidental, el noventa y cinco por ciento murió a raíz de diversas
enfermedades durante las diferentes fases de colonización europea empezadas por
Colón. La gripe española de 1918-1919 mató unos 75-100 millones de personas,
“cinco veces más que la guerra mundial que contribuyó a que se hiciese viral”.
Todo esto lo sabía bien el historiador Timothy Winegard cuando se planteó cuál
debía ser el tema de su siguiente libro, y una visita al supermercado le dio la
clave al encontrar un anuncio sobre un producto que repelía los mosquitos que
podían ser portadores del zika, el dengue y el virus del Nilo occidental.
En ese momento, Winegard entendió que sus energías tenían que centrarse
en el mosquito, que estaba ausente en la bibliografía académica pese a “su
innegable impacto en el discurrir de la historia de la humanidad”. El resultado
es este fenomenal «El mosquito. La historia de la lucha de la humanidad contra
su depredador más letal» (traducción de Joandomènec Ros i Aragonès y Marcos
Pérez Sánchez), que no puede tener un inicio más novelesco y contundente:
“Estamos en guerra con el mosquito”. Y es que, con excepción de algunas zonas
del planeta (la Antártida, Islandia, las Seychelles y diversas islas de la
Polinesia Francesa), hay, dice el autor, un ejército de 110 billones de
mosquitos que vuela por la Tierra y que, en más ocasiones de las que nos
gustaría, nos han elegido para sus fastidiosas picaduras. No todos, sólo las hembras,
hemos de especificar, que están “provistas de al menos quince armas biológicas
letales y debilitadoras que usan contra 7.700 millones de humanos, cuyos
mecanismos defensivos resultan dudosos y a menudo perjudiciales para ellos
mismos”. Incluso el presupuesto de defensa en forma de aerosoles y otros
sistemas disuasorios contra tales ataques puede calcularse: anualmente, 11.000
millones de dólares.
Ni sumando las guerras más cruentas se podría llegar a un número mortal
tan devastador como el que han provocado los mosquitos a lo largo de la
historia. En el año 2018 exterminaron a 830.000 personas; “Nosotros, Homo
sapiens sensatos y sabios, ocupamos el segundo lugar de la clasificación, pues
matamos a 580.000 individuos de nuestra propia especie”, escribe el autor en la
introducción. No hay animal en el mundo que pueda hacerle sombra, como demostró
la Fundación Bill & Melinda Gates, que desde en el año 2000 ha donado más
de 4.000 millones de dólares para la investigación sobre los mosquitos. Según uno
de sus informes, en lo que va de siglo los mosquitos han causado la muerte cada
año de unos dos millones de individuos, infinitamente más que los seres
humanos, las serpientes, los perros, los tábanos, la mosca tse-tsé y la chinche
asesina. La cifra es de vértigo: este insoportable insecto ha provocado la
muerte de cerca de la mitad de todos los seres humanos que han vivido: unos
52.000 millones de personas de un total de 108.000 millones a lo largo de
nuestra relativamente breve existencia durante 200.000 años, escribe el autor,
que ha conseguido un libro realmente apasionante, ameno de leer y asombroso
página a página.
En el reino de los dinosaurios
Pero, por supuesto, el mosquito no tiene poder alguno mortuorio, sino
que es el transmisor de ciertas enfermedades que a menudo son letales; es más,
muchas enfermedades, sin la existencia de los mosquitos, ni existirían.
Imaginar, por lo tanto, un mundo sin estas criaturas sería concebir uno por
completo diferente. Este destructor inmisericorde ha sobrevivido como ningún
otro animal desde hace ciento noventa millones de años, y gracias a este libro
aprendemos cómo actúan, qué roles tienen los machos y las hembras, de qué modo
estuvieron presentes antes, durante y después del reinado de los dinosaurios,
que dominaron la Tierra ciento sesenta y cinco millones de años. De hecho, “los
insectos, que aparecieron hace unos 350 millones de años, pronto atrajeron a un
tóxico ejército de enfermedades y crearon una alianza sin precedentes. Los
mosquitos y los flebótomos del Jurásico enseguida se dotaron de estas armas
biológicas de destrucción masiva”.
El zumbido de los mosquitos asesinos sonó en el alba del mundo, y
Winegard explica cómo, al igual que hicieron enfermar los vasos sanguíneos del
Tyrannosaurus res, en la actualidad el mosquito aún es capaz de transmitir
veintinueve formas diferentes de malaria a reptiles. El autor, con todo, no es
biólogo ni veterinario, es un historiador que nos va a llevar con mano maestra
a la Atenas antigua y a los lugares donde se movió el carismático Alejandro, nos
va a explicar cómo las legiones de mosquitos asolaron el Imperio romano, qué
papel tuvieron en las Cruzadas, cómo fueron las hordas criminales de mosquitos
en los tiempos de Gengis Kan y el Imperio mongol, o en la época de la esclavitud
africana y en la guerra civil americana…, y así hasta la Segunda Guerra
Mundial, llegando a unas páginas finales donde se aborda cómo es el mosquito
moderno y los intentos que ha habido, imposibles, de hacer que se extingan.
Publicado
en La Razón, 17-X-2019