miércoles, 16 de octubre de 2019

Entrevista capotiana a Carla Montero


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carla Montero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una casa en un pueblo de las montañas. Aunque echaría de menos el mar…
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende de qué animales y de qué gente.
¿Es usted cruel?
No. La crueldad me parece la peor de las bajezas humanas.
¿Tiene muchos amigos?
Los justos para poder llamarlos amigos de verdad.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean buenas personas. No deseo amigos retorcidos ni rencorosos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Sólo me han decepcionado una vez y esa amistad terminó.
¿Es usted una persona sincera? 
Soy una persona educada.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, viajando, paseando, viendo películas, un concierto de vez en cuando, algún museo o exposición. Pasando tiempo con los míos.
¿Qué le da más miedo?
Perder a las personas que amo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La verdad es que a estas alturas no soy capaz de pensar en nada que me escandalice. Que me enfade, me entristezca o me desilusione, sí, casi cualquier noticia de actualidad.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Tener una tienda de flores.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Yoga.
¿Sabe cocinar?
Sí, por pasión y por necesidad.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Irena Shedler. Por su coraje, su generosidad desinteresada y su bondad por encima de religiones e ideologías.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Nacimiento.
¿Y la más peligrosa?
Franqueza.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
¡No! Nunca he pasado de la frase hecha: “yo a este lo mato”.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
La política sólo me interesa cada cuatro años, cuando hay que votar (¿o es cada seis meses?) En cualquier caso, soy moderada, huyo de cualquier extremo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No me gustaría ser otra cosa.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La pereza y el orgullo.
¿Y sus virtudes?
La fuerza de voluntad para luchar contra mis vicios.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Madre mía… No sé si se me pasaría ninguna imagen por la cabeza mientras me estoy ahogando. Seguramente el pánico me bloquearía. Pero por no dejar la pregunta sin responder, lo más probable es que pensase en los míos, en la gente que voy a perder.
T. M.