sábado, 26 de octubre de 2019

Premio a la radicalidad



Han dicho de ella que sus libros son artefactos que retan al lector a cuestionarse multitud de aspectos, que es capaz de crear textos híbridos en los que los géneros tradicionales se difuminan, que sus apuestas literarias pretenden provocar o expresar denuncias de tipo social, que, en definitiva, habla sin pelos en la lengua. Y a veces, radiografiando nuestra historia común reciente. En su novela ganadora, penetraba en el complejo, todo un tabú muchas veces, mundo de la discapacidad intelectual, por parte de dos personajes que compartían un piso tutelado. Dos mujeres que pese a sus limitaciones para la inclusión en la sociedad afrontaban su situación con coraje, en medio de la Barcelona menos amable: la okupada, la de los desahucios. Por eso es fácil pensar en Cristina Morales –incluso ya desde su imagen personal– en alguien que pone contra las cuerdas lo políticamente correcto, que marca con radicalidad sin complejos su poética y estética narrativas. En ella, cómo no, hay una feminista latente, y todo lo que escribe es punzante y arriesgado, como tiene que ser la alta y moderna Literatura.

Publicado en La Razón, 23-X-2019