En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Susana Frouchtmann.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? ¡Qué pregunta más difícil! Siempre he sido muy
viajera. Pero escojo París desde donde imaginaría el azul del Mediterráneo.
¿Prefiere los animales a la gente? La
naturaleza me fascina y los animales forman parte de ella. Ver galopar un
caballo, por ejemplo, es un espectáculo maravilloso. Y las bandadas de
estorninos que vuelan formando dibujos alados… Pero cualquier animal lo
prefiero en su hábitat natural. Como compañía, una buena conversación.
¿Es usted cruel? No, no lo creo en absoluto.
La sola idea de poder serlo me angustia. En mi trabajo, muchas veces he tenido
que ser resolutiva con mis equipos, lo que implica exigencia. Y no siempre ha
sido fácil. Pero conservo amistades desde hace décadas que en el pasado trabajaron
conmigo.
¿Tiene muchos amigos? No me
quejo. Bastantes.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que me
acepten sin juzgarme.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Alguna
decepción ha habido, sí. Pero no muchas; he sido bastante consciente de que alguna
aparente amistad era circunstancial (y tal vez interesada). Lo que no ha
impedido que personas que llegaron a ser muy próximas, ya no estén más que en
el recuerdo. Pero no hablo de falta de fidelidad, es sólo que cambiamos de
vida, de pareja, incluso de país. Eso puede acabar por romper lo que fue una
buena relación. Lo que no se rompe nunca es una amistad sólida. Esa atraviesa
cualquier tormenta y el tiempo, el que sea.
¿Es usted una persona sincera? No. No soy
tan maleducada.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Escuchando
música, leyendo, haciendo deporte, viendo una buena película, caminando sin
rumbo, cuidando mis plantas…
¿Qué le da más miedo? La
violencia. La física, la psicológica y la verbal.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? La corrupción
generalizada que estamos viviendo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Profesora de Literatura o
de Historia; pero también de danza. Formar parte de una orquesta sinfónica,
cantar en un pub. Y ser florista.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, desde
niña. Para que mi cabeza funcione necesito que mi cuerpo esté en forma. Empecé
con la danza clásica, luego la contemporánea, actividades que compaginé con
esquí, motocross, bicicleta, montar a caballo, body combat, taekwondo y todo
tipo de ejercicio aeróbico. Ahora necesito cuidar los malos hábitos posturales
debidos a horas de ordenador: Pilates y caminar. Sólo cojo el coche para hacer
carretera.
¿Sabe cocinar? Sí. La cocina, una buena mesa bien puesta, que la
casa tenga una iluminación cálida, que todo respire armonía forma parte del
placer y la suerte de tener un hogar.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A
Jesucristo, sin ninguna duda. Fascinante: un predicador que nace de una madre
virgen, que, seguido de un grupo de adeptos, recorre las regiones de Galilea y
Judea haciendo milagros y predicando la necesidad de amar al prójimo por el que
ya predice que morirá para redimir sus pecados. Que muere crucificado, que resucita
el tercer día y asciende a los cielos dejando once apóstoles para que prosigan
su labor con las enseñanzas recibidas de las que emergerá la religión con más
adeptos del mundo durante siglos… Fascinante
es poco.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Sanación.
Hace dieciséis años pasé un cáncer con un pronóstico nada favorable y un
tratamiento duro. Si estás sano, eres un ser muy afortunado porque puedes
afrontar cualquier meta y permitirte soñar.
¿Y la más peligrosa? “Quiero”
en el sentido de ambicionar algo. Lo que puede tener un precio que no has
calculado bien.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No. Pero,
durante unos años, en la adolescencia, deseé que una persona muriera. No es lo
mismo, pero no se puede decir que fuera un deseo admirable.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soy
liberal con el deseo de contar con un gobierno que atienda a las necesidades
sociales. ¿Soy socialista? En Suecia, donde los mandatarios van en transporte
público o bicicleta, sin ninguna pompa, lo sería. No ahora y aquí. El gasto –el
derroche- de nuestros gobernantes me parece indecente. También la falta de
cultura general, el buenismo hipócrita (con dinero del contribuyente), el
apretón constante en los impuestos, las nuevas leyes sobre educación, etc.,
hacen imposible que me sienta identificada con el actual socialismo.
¿Cuáles son sus vicios principales? Veamos, no
fumo, no bebo (soy abstemia), no me drogo… Soy maniática lo que, tal vez, puede
llegar a ser muy pesado para los demás. Y también para mí misma. Por ejemplo,
antes de subir o bajar unas escaleras (por largas que sean) siempre calculo con
qué pie debo empezar para que el último escalón lo salve con el pie izquierdo.
Y para el gobierno de la casa también tengo unas cuantas manías.
¿Y sus virtudes? Sólo me reconozco una: la
capacidad de pasar página, sea de un episodio sentimental por mal que haya
terminado, o de un fracaso profesional. Por lo demás, me cuestiono siempre,
siempre.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? A una niña
corriendo.
T. M.