El próximo viernes 17 se presenta, en la librería Juan Rulfo de Madrid, a las 19 h, El fugitivo. Poesía reunida (1985-2010), de Jesús Aguado (en Barcelona, el martes que viene, en La Central del Raval). No creo caer en esas hipérboles propias de los medios de comunicación y del marketing si digo que se trata de uno de los volúmenes capitales de nuestra poesía del siglo XXI. Recuerdo cómo algo me ocurría en las entrañas cuando, otro viernes, el 26 de febrero del 2010, sentado azarosamente en el bar de la vieja facultad de filología de Barcelona, leí Heridas (Renacimiento, 2004), o cómo en un autobús me quedé absorto pensando tras cada poema de Verbos (Zut, 2009) el día 16 de marzo del 2010.
Esos días son la fecha de las dedicatorias de los libros. Tras cada encuentro con el poeta, yo, saturniano, devoro a esos hijos salidos de su talento para ver la vida con metáforas incontestables y tiernas honduras. Es en esos poemarios, de piezas breves, contundentes, suaves, sensibles y humanas –en las que el Amor es el centro, la flecha y la diana, en forma de añoranza o celebración–, donde encuentro al mejor Jesús Aguado. Pero es una elección personal, pues este escritor domina, como dice muy bien Vicente Luis Mora en el prólogo, la “poesía amorosa, filosófica, lumpen, meditativa, racional, irracional, para niños, firmada, falsaria, en verso libre, en verso rimado, en haiku, en prosa”.
Este todoterreno, experto en cultura hindú, presenta una bibliografía tan extensa como heterogénea: traductor reciente de Ambrose Bierce (El club de los parricidas, Ediciones Traspiés, 2011) y de tantos otros autores en lengua inglesa, editor exquisito de grandes poetas y amigos como Rafael Pérez Estrada (Un plural infinito. Antología poética, Fundación José Manuel Lara, 2011), prologuista de tantas ediciones, articulista (véase el Diccionario de símbolos, Paréntesis, 2010), cronista de viajes, diarista indio en La astucia del vacío (DVD Ediciones, 2010), autor del bestiario Animal poesía (Asociación Cultural Crecida, 2011) y poeta filosófico en Hormigas en el cielo (Torre de Gálata, 2011). Sólo son unos pocos títulos de una obra que ahora alcanza su cénit al reunirse poéticamente. Para que algo nos suceda en nuestras entrañas.