sábado, 12 de julio de 2025

Entrevista capotiana a Antonio J. Aguirre

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio J. Aguirre. 

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una casita blanca a pie de playa, con vistas al mar y el sonido de las olas de fondo. Que huela a sal y a calma. Y ya que no se puede salir, que al menos no falten el café caliente, la buena compañía de mi familia, libros hasta el techo y un WiFi potente. Nada de castigos innecesarios: que la reclusión, al menos, tenga banda sonora de olas y conexión con el mundo (y con los míos).

¿Prefiere los animales a la gente? Soy más de gente… aunque depende del día y, sobre todo, de la gente. Los animales no fallan: no juzgan, no traicionan y siempre están ahí para darte cariño sin pedir nada a cambio. A veces, hasta dan lecciones de humanidad.

¿Es usted cruel? Cruel, lo justo. Solo con los personajes que lo merecen… y con alguno que se cruza por la página equivocada. En la vida real intento ser justo, soy más de ironía y cuchillo literario que de maldad gratuita. Pero si me caes muy mal, cuidado: igual acabas en una novela… y no salgas bien parado. Avisado quedas.

¿Tiene muchos amigos? No. Tengo pocos, pero son de los de verdad. De los que llevan ahí toda la vida, los que no fallan, aunque pasen los años o cambien las circunstancias. Mis amigos saben que si me necesitan, estoy. Siempre. No me gusta hacer ruido, pero cuando quiero a alguien, lo hago para siempre.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La autenticidad, sin duda. No me interesan las apariencias ni las versiones editadas. Me quedo con la gente que es como es, sin filtros, y que no necesita fingir para encajar. Y el humor, claro. Reírse juntos es una forma de cuidarse, y a veces, de sobrevivir.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? La verdad es que no. Supongo que porque los elijo bien… o porque soy de los que prefieren comprender antes que juzgar. Todos tenemos días malos, errores, silencios. Pero cuando alguien forma parte de los míos, tiene margen para casi todo.

¿Es usted una persona sincera? Sí, trato de serlo siempre. Aunque con los años he aprendido a medir mejor las palabras, a no soltar verdades como piedras. La sinceridad no está reñida con el cariño, y el respeto es algo que la otra persona merece, incluso cuando hay que decirle algo difícil. No se trata de callar, sino de saber cómo decirlo.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Haciendo deporte, leyendo, escribiendo, viajando a cualquier parte del mundo o simplemente estando con los míos. Me gusta la calma de lo cotidiano, el silencio bien compartido y desconectar sin prisa. Y, por supuesto, también me gusta prepararme una copa de vino por la noche, poner Netflix… y convencerme de que veré un capítulo. Aunque la verdad es que, entre sorbo y sorbo, el sueño me vence y lo acabo viendo en dos noches. La intención estaba.

¿Qué le da más miedo? La verdad es que intento vivir sin miedos. No me gusta preocuparme por lo que aún no ha pasado, prefiero ocuparme cuando llega el momento. Pero si hay algo que me quita el sueño, es la seguridad y el bienestar de mis hijos. Ellos son mi único miedo real, porque todo lo demás, de una forma u otra, se puede afrontar.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? A estas alturas, pocas cosas me escandalizan… aunque reconozco que me cuesta no fruncir el ceño con la doble moral o con ciertos discursos que se llenan la boca de causas justas mientras hacen justo lo contrario. Pero yo no me meto en charcos… salvo que lleve botas de agua y esté dispuesto a salpicar.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Probablemente lo que ya hago: trabajar en sanidad, que es mi otra gran vocación… aunque confieso que muchas veces, viendo cómo nos trata el SAS, me pregunto por qué no hice magisterio de educación física. Chándal, recreo, partidos de balón prisionero… y menos timbres a las cuatro de la mañana. Pero no, me dio por cuidar pacientes y escribir libros. Qué cruz la mía.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, claro. Hago crossfit, juego al fútbol y corro… mucho. Normalmente porque mis hijos tienen más energía que una central eléctrica. Digamos que tengo dos entrenadores personales de menos de metro y medio que no dan tregua ni en domingo.

¿Sabe cocinar? Sí, cocino, y lo que hago suele salir bastante rico, la verdad. No lo hago por afición, sino más bien por obligación… pero le pongo ganas, mimo y algún que otro toque creativo. Ahora, si me das a elegir, prefiero salir a tomar algo y no meterme en la cocina. Porque entre fogones y terraza, yo siempre elijo la mesa con vistas.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mi padre, sin pensarlo. Porque, incluso cuando ya no está, sigue enseñándome cosas. Por su forma de mirar la vida, de enfrentarse a las dificultades con calma y principios. Por cómo cuidaba de los suyos, sin hacer ruido, pero dejando huella. Fue, es y será siempre mi ejemplo. Un personaje inolvidable… para mí, el más importante.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Ohana. Porque significa familia, y no cualquier familia: la que eliges, la que se queda, la que no se abandona ni se olvida. Cuando todo se tambalea, pensar en los míos siempre me da fuerza. Y esperanza.

¿Y la más peligrosa? “Nunca”. Es una palabra que suena rotunda, pero que encierra mucha rigidez. Cierra caminos, niega redención y no deja espacio para cambiar. Y aunque creo en las segundas oportunidades, también sé que no todo el mundo las merece. Hay errores que enseñan… y otros que avisan.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Alguna que otra vez… pero siempre en la ficción, que para eso está. Escribir tiene algo terapéutico: puedes matar con estilo, sin consecuencias legales y hasta con una banda sonora dramática de fondo. En la vida real soy una persona muy tranquila y pacífica… pero mejor no me toques mucho las emociones, que tengo buena memoria y libreta nueva.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo en la empatía, en el respeto y en hacer las cosas bien, que no es poco… y no abunda. Me cuesta identificarme con etiquetas, pero tengo claro que hay que dejar vivir a la gente sin ahogar, tender la mano antes que señalar y tomar decisiones que sumen, no que dividan. A veces, eso ya es una postura política en sí misma.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un refugio. No un lugar, sino una sensación: esa paz que encuentras en ciertas personas sin saber muy bien por qué. Aunque si me dejas concretar… un banco de madera al sol tampoco estaría mal. De esos que aguantan conversaciones largas, silencios cómodos y siestas improvisadas. Con vistas, claro. Siempre con vistas.

¿Cuáles son sus vicios principales? La verdad, no tengo grandes vicios… aunque el café me gana más veces de las que debería, y tengo una tendencia peligrosa a escribir cuando todo el mundo duerme. También me pierden los viajes, hacer deporte y los frutos secos a deshoras. Nada grave. Lo mío no se cura con parches de nicotina.

¿Y sus virtudes? Creo que una de mis principales virtudes es saber escuchar. Con calma, con atención y sin juzgar. La lealtad también va conmigo: cuando estoy, estoy de verdad. Me gusta transmitir tranquilidad incluso cuando todo tiembla, y trato de ser siempre humilde, sin importar con quién esté ni en qué lugar me encuentre. Para mí, todo el mundo merece respeto, sea quien sea o venga de donde venga.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Lo primero, me arrepentiría de no haberme puesto los manguitos. Luego, seguramente vería una tarde cualquiera con mi padre jugando al ajedrez, un partido de baloncesto con mis hermanos, la primera vez que vi la carita de mis hijos. No sé si pasaría toda mi vida ante mis ojos, pero sí estoy seguro de que vería a los que le han dado sentido.

T. M.

viernes, 11 de julio de 2025

Un artículo sobre el hotel H10 Art Gallery

Esta semana ha aparecido, en la sección de "Viajes" del diario La Razón, este artículo mío en mi faceta de viajero hotelero-gastronómico, titulado "H10 Art Gallery: cuando el arte se convierte en estancia".

jueves, 10 de julio de 2025

Entrevista capotiana a Xabier Gutiérrez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Xabier Gutiérrez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Eso se llama prisión y no me gusta nada. De no tener más remedio que hacerlo me gustaría ser árbol y estar alejado de los humanos. Soñaría con moverme y me convencería de poder hacerlo.

¿Prefiere los animales a la gente? Los animales que más me gustan son el cordero lechal, el cochinillo. También el rodaballo y la merluza. Las personas también me gustan, pero solo algunas en concreto y bastante menos hechas.

¿Es usted cruel? No, aunque uno de mis libros, para algunos, se lo pueda parecer. Ejercer la crueldad es sinónimo de falta de recursos y yo ando sobrado de ellos.  

¿Tiene muchos amigos? Los justos. Tirando a pocos. Tengo la gran suerte de que mi familia actúa como tal.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que me sean fieles. Con eso sería suficiente. No es nada fácil encontrar eso, pero por pedir, lo pido.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Algunos sí. Pero no me crean el más mínimo trauma.

¿Es usted una persona sincera? En términos generales sí, aunque a veces no haya más remedio que actuar como el hijo de Gepetto.  

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Todo lo que se mueve a velocidad me seduce y en ello intento pasar buena parte de ese tiempo al que te refieres. Las motos, el esquí. No me dan la libertad, pero sí la sensación de libertad y con eso me conformo. Ahora he descubierto a mis nietos y me están generando emociones hasta ahora desconocidas. La edad cambia la percepción de las cosas.

¿Qué le da más miedo? Tal vez la muerte propia y peor aún la ajena muy concreta. Escribir es mi terapia.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Todo lo relacionado con el tema del maltrato y el infantil en concreto me revuelve por dentro. Podría llegar a sacar lo peor de mí mismo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Mi vida profesional siempre ha sido la innovación. Yo soy un creador, intento serlo, y me expreso a través de un plato o de un texto. En uno me enfrento a un plato en blanco vacío. Cuando escribo, el papel tiene el mismo color y la misma sensación, de vértigo. De no haber sido esto me hubiera gustado ser torilero en la Ventas, conductor de safety car de Moto GP, encerador de esquís de Mikaela Shiffrin, porteador de Juanito Oyarzabal, piloto de caza, yo qué sé….

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Ando. Me relaja y me hace pensar, mi actividad favorita

¿Sabe cocinar? No sé mucho de casi nada, pero tengo dos excepciones donde me manejo bien. Los libros y la cocina. La cocina habla de erotismo y de buen rollo. La adoro.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Tal vez lo haría sobre Hannibal Lecter por unir mis tres grandes pasiones la cocina, el cine y la literatura.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Peace, por su fonética en español.

¿Y la más peligrosa? La misma si no lo consigues.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, pero solo por segundos. Nadie debería merecerla y menos de manos de un semejante. Bueno… algunos se ganan ese pensamiento a pulso.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? De los políticos espero lo más básico. Que no me roben… mucho, y que, a pesar de ello, el dinero que se quedan después no se lo gasten en putas, ni en cocaína, que no enchufen a nadie de su familia cercana o lejana en puestos de jugoso sueldo… lo dicho, lo básico.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un ave. Tal vez un halcón por lo deprisa que vuela.

¿Cuáles son sus vicios principales? Son ocultos y como tales los trato.

¿Y sus virtudes? De eso no encuentro mucho. Déjame que mire… Nada, detalles muy pequeños.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Tal vez la imagen del capullo que me metió en el barco equivocado.

T. M.

miércoles, 9 de julio de 2025

Un artículo sobre el restaurante FIRE


Esta semana ha aparecido, en la sección de "Viajes" del diario La Razón, este artículo mío en mi faceta de viajero hotelero-gastronómico, titulado "Fuego, temporada y ciudad: la propuesta imprescindible de FIRE en el W Barcelona".

martes, 8 de julio de 2025

Entrevista capotiana a Karina Miñano

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Karina Miñano.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Es una pregunta difícil. La he pensado mucho antes de responder. Y no puedo pensar en “sin poder salir jamás de él”. Me gusta moverme, viajar, conocer otros lugares. Puedo estar por largo tiempo en un lugar, pero necesito salir de allí de vez en cuando. Bajo esa premisa, escogería la isla Phi Phi, en Tailandia, por su mar tranquilo, por esas rocas inmensas, por el color del agua. La tranquilidad para escribir y el bullicio a un nivel perfecto para crear historias.

¿Prefiere los animales a la gente? A la gente.

¿Es usted cruel? He sido cruel alguna vez. Y eso prueba que puedo serlo.

¿Tiene muchos amigos? Felizmente, tengo pocos amigos. Y esos pocos son buenos, fieles, honestos. Conozco a mucha gente, eso sí.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? En los cercanos busco solo honestidad. Creo que es la base de una buena, larga y duradera amistad. Después están los amigos para salir una noche, conversar un poco y no volvernos a ver en meses.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, las amistades verdaderas no me han decepcionado nunca. Pero también soy afortunada en poder decir que otras amistades sí me han decepcionado, y ello me ha servido mucho para conocer a la gente.

¿Es usted una persona sincera? Creo que sí lo soy. Intento ser sincera conmigo misma, sobre todo. Es algo que he aprendido en los últimos años. Estoy en una etapa de mi vida en la que ya no puedo ni quiero ponerme en un segundo plano por priorizar a los demás. Y eso a veces me confronta con una verdad que puede dolerle a los demás.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Aunque parece un cliché, me gusta escribir y leer en mi tiempo libre. Y puedo estar horas sentada en la misma posición siempre que mi gato esté en mi regazo. También me gustan mucho las charlas profundas sobre la vida, sobre libros o películas. De vez en cuando me gusta cocinar y probar nuevas recetas.

¿Qué le da más miedo? En este momento, le tengo miedo a la falta de movilidad y a depender de alguien. Me he prometido envejecer saludable y, sobre todo, moviéndome.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El abuso de poder me parece un escándalo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? No se me ocurre nada. Fui periodista, pero no me sentía completamente feliz. También soy marketera y me gusta, pero mi corazón está en la escritura. No, no puedo imaginarme una vida distinta.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, camino a paso rápido todos los días durante una hora.

¿Sabe cocinar? Sí.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Son tantos que elegir uno es complejo. Ahora diría César Vallejo. Admiro mucho su vida y trabajo creativo.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Paz.

¿Y la más peligrosa? También paz.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, todavía no he sentido eso. No es algo que quiera sentir. Sin embargo, es una prueba muy fuerte de autocontrol.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? No lo sé. No creo tener una línea recta. Lo único que me preocupa es el abuso de poder, la corrupción y la falta de interés en los problemas reales de la gente. Hasta ahora no he visto un grupo político que cumpla sus promesas o que realmente se interese por el pueblo que los eligió.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? No me imagino de otra forma, pero si tengo que hacerlo, diría bailarina moderna.

¿Cuáles son sus vicios principales? Comprar libros; comer demasiado chocolate. Soy inconformista. Obsesiva con la limpieza.

¿Y sus virtudes? Valoro a las personas por cómo tratan a los más indefensos, como los animales. Le doy un peso grande a mi palabra y, por lo tanto, valoro las palabras y actos de los demás del mismo modo. Como dice un dicho árabe: mi palabra vale un contrato.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Me ha pasado una vez en la piscina. Me rescataron varios y te puedo decir lo que me pasó por la cabeza: que me iba sin terminar un poema. Y, a lo lejos, la sonrisa de mi madre y mis hermanos.

T. M.

lunes, 7 de julio de 2025

La revista "Qué Leer" de este julio

Ya está en los quioscos el nuevo número de la revista Qué Leer (julio, 318), que se complementa con otros textos que aparecen en su sitio web, Facebook y X.

En este enlace de Zinio se puede adquirir la revista y ver todo el sumario con un extracto de cada una de sus secciones: mi editorial "Alma en las Palabras", "Laureles", "Lletres catalanes", "Hoy" (narrativa, no ficción, poesía), "Protagonista", "Ayer" (efeméride, contemporáneo, clásico), "Cata", "Voz autoral", "Voz editorial", "Imágenes", "Hechos", "Novedades" e "Invenciones. Cien páginas repletas de reseñas, entrevistas, reportajes literarios, columnas de escritor, avances editoriales...

domingo, 6 de julio de 2025

Entrevista capotiana a Blanca Lacasa

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Blanca Lacasa.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Necesitaría branquias, pero una piscina. Y si no puede operarse el milagro, en un jardín.

¿Prefiere los animales a la gente? Mentiría si dijera lo contrario.

¿Es usted cruel? Creo que no. Al menos intento no serlo.

¿Tiene muchos amigos? Sí.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean curiosos, que sean divertidos, que sean confiables y que no sean malos, interesados, ni retorcidos.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Ha sucedido, no nos engañemos. Pero con mayor frecuencia en un pasado que se me antoja remoto.

¿Es usted una persona sincera? Sí. Salvo que la sinceridad sea una bomba de racimo lanzada a los pies de alguien a quien quiero mucho.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? En cualquier cosa improductiva. Y a ser posible poco planificada.

¿Qué le da más miedo? La lista es infinita. Creo que el miedo camina conmigo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Cada vez más la falta de educación entendiendo por tal no reparar en la existencia del otro.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Cartera de Correos.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Nado, camino compulsivamente y ahora hago máquinas por aquello de la edad y la fuerza.

¿Sabe cocinar? Sé cocinar, pero no lo incluiría en una lista de mis talentos para seducir a alguien.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Juana de Arco. He invertido mucho tiempo pensando en ella.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? “Nos vemos”.

¿Y la más peligrosa? “Nos vemos”.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Matar, no; pero que se muriera accidentalmente alguien, quizás.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Izquierda.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un ave acuática. 

¿Cuáles son sus vicios principales? La pereza y alimentar las obsesiones —cualquiera— sin ningún tipo de límite.

¿Y sus virtudes? Incapaz de responder, le he preguntado a un amigo. Me limito a transcribir: “generosidad, diversión, capacidad de reírme de mí misma y cierto talento para combinar los colores”.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Probablemente repasaría mi grado de responsabilidad en ese ahogamiento y qué podría haber hecho para evitarlo. Me ahogaría en mi propia culpa. Lamentable.

T. M.

sábado, 5 de julio de 2025

Capa y espada: la literatura más afilada

 


En el año 2022, una revista digital de libros, auspiciada por Arturo Pérez-Reverte, y una editorial independiente que cumplía en esas fechas setenta y cinco años de andadura, se aliaban para crear Zenda-Edhasa bajo una premisa común: recuperar clásicos de corte aventurero. Este sello, así, volvía a poner al alcance del lector libros que en su momento habían sido superventas y en ocasiones habían sido adaptados al cine, y con ello, desempolvaban viejos valores anclados en la nobleza, la valentía, el honor y el instinto por viajar y descubrir lugares insospechados.

Justamente, Pérez-Reverte prologa los libros de esta colección, llamada Zenda Aventuras, como en el caso de su última novedad, Scaramouche, de Rafael Sabatini, un italiano que acabó afincándose en el Reino Unido. La gran pantalla hizo célebre esta novela publicada en 1921 y ambientada en la Francia de la Revolución en que un joven abogado, tras el asesinato de un amigo a manos de un noble, jura vengarlo. Perseguido por las autoridades, se esconde en una compañía de teatro, donde se pone a interpretar al personaje cómico de Scaramouche, para más tarde convertirse en un hábil espadachín y político.

Poco atrás Zenda-Edhasa publicó Los Pardaillan, de Michel Zévaco (1860-1918), un periodista, anarquista y novelista francés que dotó de gran dinamismo y pasión a sus novelas, mezcla de aventura, política, amor y justicia en pleno siglo XVI. Su obra narra las peripecias de una familia de nobles espadachines —el valeroso padre y su intrépido hijo— enfrentados al poder corrupto y a las intrigas cortesanas en unas páginas donde la libertad choca con la traición, el fanatismo religioso y las ambiciones del trono.

Ciertamente, muchas de estas espadas son galas y parten de revisitar el pasado histórico, como en El Jorobado, de Paul Féval; aquí, durante el reinado de Luis XIV, el protagonista Henri de Lagardère, con su espada y un disfraz, siempre está dispuesto a «desfacer entuertos», por decirlo al modo quijotesco. Y es que, como dijo Honoré de Balzac en su prefacio de La comedia humana: «He hecho algo mejor que el historiador, porque soy más libre». El autor, tan representativo de la llamada novela realista, empezaría su andadura con una serie de obras de formato folletinesco, en el contexto de un fenómeno que cambió el paradigma del lector literario: la novela por entregas en la prensa, en que era vital que el final de cada capítulo despertara el interés por seguir leyendo la historia en un nuevo capítulo.

El folletín produjo tiradas que se contaban por cientos de miles en el París, y el que más dinero ganó con ello (unos 200.000-300.000 francos al año) fue Alexandre Dumas, a menudo con negros a su cargo para agilizar el ritmo de escritura: un total de setenta y tres empleados, entre los que destacó el historiador Auguste Maquet. He aquí el nacimiento de la literatura como cadena de fabricación, cuando la obra literaria se convierte en «mercancía» por tener su tarifa de precios y pautas concretas de elaboración y fecha de entrega.

En el folletín, Dumas llevó a la excelencia esa necesidad de dejar en suspenso la trama para avivar la curiosidad del lector, que disfrutó en los años cuarenta del siglo XIX de El conde de Montecristo y la trilogía formada por Los tres mosqueteros, Veinte años después y El vizconde de Bragelonne. Esta literatura concebida para el entretenimiento alcanza nuestros días y ha empapado el mundo del cine en lo que se da en llamar «capa y espada», un género de narrativa aventurera donde el honor y el romanticismo comparten líneas con la intriga y la acción, con protagonistas valientes y nobles y, desde luego, una habilidad pasmosa para manejar la espada frente al villano de turno.

Dicho género, tan proclive a ser denostado por su claridad y sencillez, y sobre todo por su alcance popular, fascinó en su momento a grandes narradores para los que los personajes de Dumas dejaron un poso indeleble; fue el caso de Robert Louis Stevenson, que dijo en un ensayo: «Acaso mi mejor y más entrañable amigo sea D’Artagnan, el viejo D’Artagnan de El vizconde de Bragelonne. No conozco alma más humana ni, en su estilo, más exquisita».

Más de cien años después de estas palabras, en 1992, Arturo Pérez-Reverte, autor de la novela El club Dumas y del viejo soldado de los Tercios de Flandes, el espadachín Capitán Alatriste, incidirá en esa sensación en un artículo de prensa; de esta manera, apuntó que sus mejores cuatro amigos, a lo largo de tres décadas, eran Athos, Porthos, Aramis y D’Artagnan, y que cada vez que terminaba de leer la trilogía protagonizada por este cuarteto, se le humedecían los ojos al cerrar el último tomo.

Otro autor inmensamente conocido en este campo del arma blanca fue Edmond Rostand, creador de Cyrano de Bergerac, una obra teatral en verso que se mantuvo más de un año en cartel desde su estreno en 1897. La historia es bien conocida, y además para ella Rostand se basó en un individuo real del siglo XVII: Savinien de Cyrano, un cadete de gran destreza oratoria y poseedor de una gran nariz, amén de escritor, que se enamoraba en vano de una mujer en la ficción (basada en una persona real, pero a la que jamás amó).

Junto al ámbito francés, destacaría el inglés, con títulos tan famosos como El prisionero de Zenda (1894), de Anthony Hope, La Pimpinela Escarlata (1905), de la Baronesa Orczy, o La flecha negra (1888). Esta novela de Robert Louis Stevenson, que transcurre en torno a la la guerra de las Dos Rosas (siglo XV), también la prologa Pérez-Reverte, que destaca su trama y desenlace imprevisto. Pero, con todo, tal vez el personaje que empuña una espada que con más fuerza ha llegado hasta la actualidad es El Zorro, creado en 1919 por el estadounidense Johnston McCulley: un forajido con máscara y capa que escapa de sus perseguidores al tiempo que arriesga su propia vida, en el México de los años 1821-1846, con tal de defender a la gente vulgar y corriente. Un héroe para nuestros días, por consiguiente, y para todas las épocas.

Publicado en Cultura/s, 28-VI-2025

viernes, 4 de julio de 2025

Entrevista capotiana a Manuel José de Lara


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Manuel José de Lara.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? El estadio de San Mamés. No, es broma. La playa de El Portil, mirando la flecha de arena que crece entre el océano Atlántico y el río Piedras.

¿Prefiere los animales a la gente? Depende del caso. En general no, pero en los tiempos que corren es fácil querer a algunos animales mucho más que a determinadas personas.

¿Es usted cruel? Creo y espero que no. Eso es lo peor que se puede ser. Me repugnan las acciones en las que se usa la crueldad, aunque se justifiquen y defiendan. 

¿Tiene muchos amigos? No me preocupo por el número de mis amigos, sino porque sean buenos. Me parece que tengo pocos y buenos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La alegría, la honestidad y la sencillez inteligente.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Los que me decepcionan no lo eran realmente. Espero no decepcionarles yo.

¿Es usted una persona sincera? Lo intento.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leer, escribir y escuchar tangos.

¿Qué le da más miedo? La muerte. No la mía, sino la de quienes están próximos a mí.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La insensibilidad con el sufrimiento de los demás. Que se retuerzan las palabras y las ideas para disfrazar el desprecio por los seres humanos más vulnerables.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Contemplar las cosas. Observar cómo giran las ruedas, como escribió John Lennon.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Salgo a veces en bicicleta, aunque cada vez menos. Me gusta andar, pero solo lo hago cuando tengo que ir a algún sitio.

¿Sabe cocinar? Poco y mal, pero friego los platos divinamente.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Carlos Gardel.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Me gusta la que eligió Woody Allen: es benigno.

¿Y la más peligrosa? La infelicidad.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Desde luego que no. Pero he querido salir corriendo muchas veces.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Las que luchan por la paz, la justicia y la protección a los más débiles. Las que no anteponen intereses personales o partidistas a los derechos humanos.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Delantero centro.

¿Cuáles son sus vicios principales? La meticulosidad excesiva, el perfeccionismo. Es un gran defecto.

¿Y sus virtudes? Dicen que la serenidad.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Las de un niño jugando junto al jazmín de su patio.

T. M.

jueves, 3 de julio de 2025

Un artículo sobre el hotel Regina


Hace unos pocos días se publicaba, en la sección de "Viajes" del diario La Razón, este artículo mío en mi faceta de viajero hotelero-gastronómico, titulado "Hotel Regina: un hotel con época en Barcelona".

miércoles, 2 de julio de 2025

Entrevista capotiana a Ángela Serna

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ángela Serna.


Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?

Una habitación llena de libros. O un cuadro, o un poema, o una canción. En realidad, quisiera no tener que elegir.

¿Prefiere los animales a la gente?

No. Puedo amarlos, y no, por igual.

¿Es usted cruel?

Seguro que alguna vez lo he sido para alguien. Eso no depende sólo de una, también entra en juego la sensibilidad de la otra persona.

¿Tiene muchos amigos?

No.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?

Que sepan “estar”, y no.

¿Suelen decepcionarle sus amigos?

A veces. En la misma medida en la que me decepciono a mí misma.
¿Es usted una persona sincera? 

Sí, con matices.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?

Leyendo, pensando, planeando algo siempre relacionado con la poesía y…

¿Qué le da más miedo?

La enfermedad de los seres próximos. Entre otras cosas. Y “volverme de hielo” (como dice un poema de Mario Cuenca Sandoval), ser indiferente. Eso también me asusta.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?

Me escandaliza la impunidad con la que unos pocos abusan de sus prójimos. Entiéndase por abuso cualquier tropelía a la que es sometido el ser humano en aras de no se sabe muy bien qué, o sí.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?

Lo ignoro. No sé qué habría hecho, sí sé lo que hubiera deseado: ser actriz, por ejemplo. Y también, sigo soñando, una poeta digna de serlo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico?

Camino un poco cada día.

¿Sabe cocinar?

Lo justo. Cocino de vez en cuando, pero eso no es saber.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?

Creo que no aceptaría ese encargo. Son tantas que no sabría por cual decidirme: Dickinson, Camille Claudel, Dora Maar, ...tantas , ellas, ninguneadas... La lista sería interminable.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?

Depende de múltiples factores.

¿Y la más peligrosa?

Aquella de la que cualquier “Poder” se apropia.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien?

Así dicho, no.

¿Cuáles son sus tendencias políticas?

Todo ser humano y, por extensión, todo aquello que hace o dice es político, aunque no lo sepa o reconozca.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?

¿Otra cosa? Bien mirado, soy ya tantas otras (je est une autre, que diría Rimbaud) que, puesta a elegir, quisiera ser un Poema (ese que nunca escribiré)

¿Cuáles son sus vicios principales?

No ser políticamente correcta.

¿Y sus virtudes?

Idem. Y mi entrega cuando algo o alguien me sorprende, me conmueve.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?

Ni idea. Nunca he estado en esa situación, aunque cierto ahogo sea compañero de viaje, a veces.

T. M.