De lo
que serían hoy 1.500 euros a tener filiales en México y Argentina. De la
ilusión de una joven brasileña emprendedora (hija de diplomático afincada en
Barcelona) por emplearse en el sector editorial, a un catálogo en el que
convive lo mejor de la literatura hispanoamericana y española, europea y
norteamericana. Esa es la historia de Beatriz de Moura, la incombustible
editora que marcó un hito en el mundo del libro en España. Con ese presupuesto
fundaría Tusquets (tomó el apellido de su pareja, el arquitecto Óscar Tusquets)
en 1968, un poco antes de que otra de las editoriales independientes de éxito
viera la luz, la también barcelonesa Anagrama, con Jorge Herralde a la
cabeza.
De
Moura, tras un breve paso por Gustavo Gili y Salvat, y con la inestimable experiencia
adquirida en Lumen durante tres años, donde conocería a estos hermanos que
determinarían su vida, iba a marcar tendencia mediante sus primeras
colecciones, Marginales y Cuadernos Ínfimos. En 1977 dignificaría el género de
la narrativa erótica gracias al concurso La Sonrisa Vertical, en la que una
década después se daría a conocer una de las abanderadas de la editorial,
Almudena Grandes, con «Las edades de Lulú».
Y es
que la habilidad para avanzarse a lo que triunfaría en la órbita literaria
caracteriza la labor de Tusquets: los autores del «boom», las letras nórdicas,
el género biográfico, la poesía. Ese buen ojo para acoger a jóvenes de enorme calidad
que se convirtieron en best-sellers universales –García Márquez en primer
lugar– es el copyright de un sello que ha sobrevivido a las inclemencias del
tiempo, y que es, hoy, ejemplo de exigencia literaria, popularidad y elegancia.
Publicado en La Razón, 28-IV-2012