El poeta y artista visual Juan Carlos Mestre (1957)
prácticamente cuenta sus libros por premios. “La bicicleta del panadero”
(editorial Calambur), Premio de la crítica 2013, se suma a la larga lista que
jalona una trayectoria de veinte años publicando poemarios y que tuvo un primer
reconocimiento relevante con “Antífona
del otoño en el Valle del Bierzo”, por medio del premio Adonáis, en 1985. El
hecho de que este mismo libro fuera reeditado por Calambur en el año 2003,
acompañado de un CD en el que el escritor recitaba sus textos junto a Amancio
Prada y otros músicos da una idea de la dimensión literaria de Mestre, autor de
una obra poética compleja y profunda que también obtuvo el premio Nacional de
Poesía en el 2009 por “La casa roja”.
El noviembre del año
pasado, en el Ateneo de Madrid, Mestre presentó su libro ante un auditorio
numeroso y entregado, acto que se cerró con la música de Prada y un recital.
Para la ocasión, el poeta Jordi Doce dedicó unas palabras a glosar el contenido
de los 298 poemas de los
que consta “La bicicleta del panadero” y que parte de una voz que
habla y establece un diálogo particular, “una voz omnívora y exaltada a la vez
que burlona, irónica, adepta al disfraz y el despiste, poseída por el demonio
de una risa en la que se advierte, al fondo, la sombra magnética del absurdo.
Una voz, en fin, que colinda con el charco negro de la pena pero también, de otro
lado, con el ritmo febril, incitante, de las analogías y su juego de espejos
encendidos”.
Así, la poesía de Mestre, tan hermética como
sugerente, se nutre del duelo que ocasiona la muerte del padre, el panadero de
Villafranca del Bierzo que se movía en bicicleta, y de una indagación
lingüística que le lleva a crear poemas de un simbolismo muy personal; una
poética que se complementa, se extiende, a su obra gráfica, que ha sido
expuesta tanto en Europa como en América y también ha sido merecedora de
premios nacionales.
Publicado en La
Razón, 14-IV-2013