lunes, 11 de mayo de 2015

Entrevista capotiana a Jorge Freire


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Jorge Freire.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? 
Hago hogar en cualquier suelo. Toíto es acostumbrarse. / Cariño le coge el preso / a las rejas de la cárcel.
¿Prefiere los animales a la gente?
Ni uno ni otro se libera de la ley fatal de ser como es. Lo dice Pessoa en el Libro de desasosiego. El hombre se revuelca en la vida, con todas sus complejidades, igual que el gato se repantinga al sol, y ninguno piensa más allá de lo que vive.
¿Es usted cruel?
No, aunque me divierte el humor cruel.
¿Tiene muchos amigos?
Sí.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Inteligencia y humor. 
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No.
¿Es usted una persona sincera? 
De todas las virtudes modernas, la sinceridad es la más sobrevalorada. Para colmo, pocas veces es sincero lo que pasa por tal. André Gide decía en sus Diarios, y yo lo suscribo, que la frase que nos es personal es tan difícil de tensar como el arco de Ulises. 
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Durmiendo.
¿Qué le da más miedo?
Las personas bienintencionadas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Soy como los estoicos y como los niños pequeños. A mí no me escandaliza ni Calígula. 
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Eso es tarea imposible, porque la creatividad ha colonizado el mundo de la vida. ¡Hasta la educación y la cocina son "creativas"!
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Me gusta andar. Camino varios kilómetros todos los días. Los mejores pensamientos son los pensamientos paseados.
¿Sabe cocinar?
Sí, pero solo cosas sencillas.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Adolfito, el amigo prognato y belfón de Martínez el Facha.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
No me gusta la esperanza. Cuando los dioses «gozan por sí de la paz divina de la inmortalidad», de la beatitudo, como dice Lucrecio recuperando la epicúrea «felicidad divina», no esperan redención, ni liberación, ni salvación. Quien se consagra al hic et nunc no espera nada.
¿Y la más peligrosa?
Humanitarismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Lo que soy: un feliz don nadie.
¿Cuáles son sus vicios principales?
¿Valen el café cargado o los tebeos? Suenan a peccata minuta. El vicio pierde su atractivo cuando deja de ser el opuesto de la virtud. Es paradójico que prime tanto el hedonismo en una sociedad tan férreamente controlada. El porno, las tragaperras y el botellón son los últimos reductos de dionisismo para individuos ajenos a la voluptuosidad, el azar y la ebriedad. 
¿Y sus virtudes?
Estamos en las mismas. Tengo buen carácter, soy amable y educado, no me enfado casi nunca, pero me temo que todo esto no son virtudes. Estas, si las hay, lo serán las cardinales: fortaleza, prudencia, justicia, templanza... Lo demás son sucedáneos.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Depende de cómo me ahogase. Si lo hiciese pausada y sinuosamente en un pequeño lago, como Ofelia, recordaría toda mi infancia. Otra cosa sería si me viese arrastrado violentamente por un arpón forjado por mi propia mano, como el capitán Ahab, que es, por cierto, la mejor metáfora del escritor que se consagra a su oficio. Como es sabido, Moby Dick sobrevive a Ahab porque, a la postre, la vida siempre triunfa sobre la literatura.
T. M.