Tal vez la anécdota tiene más de leyenda que realidad,
pero se cuenta que Ruth Rendell, en uno de sus primerizos trabajos como
periodista, fue acusada de inventarse ciertas historias y por ello fue
despedida. Un terrible inicio de andadura profesional para una periodista pero
un innegable gancho para alguien deseoso de fabular con la realidad, haciendo
de ella intriga, suspense y misterio. De esa fuerza narradora surgiría una de
las trayectorias más prolíficas y estimadas en las letras inglesas de las
últimas cinco décadas, sólo comparable con el torrente literario de su
compatriota Agatha Christie. El grado de popularidad y éxito de sus obras se
percibirá claramente con este dato: de 1987 al 2000, se emitieron cuarenta y
ocho episodios de «The
Ruth Rendell Mysteries» en la
televisión británica, con el personaje principal de la autora londinense,
muerta ayer sábado a los ochenta y cinco años en su ciudad natal: el
inspector Wexford, cuyas novelas están ambientadas en la localidad de
Kingsmarksham.
Sería una de las numerosas adaptaciones de
sus historias a la pantalla; la más reconocible para nosotros, la que Almodóvar
hiciera de «Live
Flesh»
(1986) con el título de «Carne trémula», en 1997; pero también otros cineastas
aclamados como Claude Chabrol, que adaptó «A Judgement in Stone» (1977) con el
título de «La ceremonia», se sentirían atraídos por una autora que no se
limitaba a escribir tramas detectivescas sino que planteaba todo un juego
psicológico que enriquecía poderosamente la dimensión de sus personajes.
Rendell (nacida como Ruth Barbara Graseman en 1930; tomaría el apellido de su
marido, Don, con el que se divorciaría en 1975, aunque luego se volverían a
casar dos años después; moriría en 1999) se va de este mundo habiendo ganado
más de veinte premios de 1975 al año 2010, con veinticuatro libros
protagonizados por Reginald Wexford ─inventado en la novela «From Doon with
Death» en 1967»─ más casi treinta novelas negras y catorce firmadas por su
pseudónimo Barbara Vine, amén de diez recopilaciones de cuentos y dos novelas
cortas.
Por si fuera poco,
Rendell, que publicó hace poco «La chica de la puerta de al lado», sacaba
tiempo para implicarse en política. Se convirtió en baronesa en 1996 de la mano
del Gobierno laborista y, desde la Cámara de los Lores contribuiría a trabajar
en la ley contra la mutilación genital femenina, hoy en vigor. Sus
numerosísimos lectores tendrán una última cita con ella: su novela «Dark
Corners», que será publicada este año.
Publicado
en La Razón, 3-IV-2015