“Despertares”,
1973
En un hospital de Nueva York, diversos pacientes que sobrevivieron
a la epidemia de encefalitis letárgica, que mató a millones de personas en los
años veinte, “despiertan” gracias a Sacks y a un medicamento nuevo.
“El
hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, 1985
Se cuentan veinte historiales médicos de pacientes con enfermedades
neurológicas que, pese a sus incapacidades perceptivas, tienen increíbles
talentos artísticos que cabe potenciar y alentar.
“Veo
una voz. Viaje al mundo de los sordos”, 1989
El autor se adentra en una vieja comunidad de
Massachusetts, en la que existía una especie de sordera hereditaria, para
estudiar la riqueza y belleza del lenguaje de señas, que sirve para el
pensamiento complejo.
“Un
antropólogo en Marte”, 1995
Se trata de “siete relatos paradójicos” bien curiosos: un
pintor que deja de ver los colores tras un accidente de coche, un cirujano aquejado
de convulsiones que remiten en la sala de operaciones o pilotando una avioneta,
etc.
“Musicofilia”,
2007
Estos “Relatos de la música y el cerebro” le sirven al
autor para explicar anomalías como la «amusia» –no poder sentir la música– o
las alucinaciones musicales; para, en suma, hablar de la música como factor
humano.
“Los
ojos de la mente”, 2010
La vinculación entre la visión y la imaginación son los
elementos clave de las historias que Sacks cuenta sobre personas que han
perdido capacidades pero pueden pese a ello comunicarse con los demás.
“Alucinaciones”, 2012
La tesis principal de Sacks aquí es que no se ve con los
ojos, sino con el cerebro. Por ello, las alucinaciones o visiones fantasmales,
visuales pero también olfativas o auditivas. Y pone ejemplos de grandes
escritores.
Publicado en La Razón,
31-VIII-2015