sábado, 3 de octubre de 2015

Entrevista capotiana a Alejandro Pedregosa

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Alejandro Pedregosa.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Marbella. Ya sé que esto suena un poco frívolo, pero allí aprendí a vivir y allí me quedaría, mirando desde la playa las costas de África y el peñón de Gibraltar.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, prefiero a las personas. Por lo común suelen lavarse los dientes un par de veces al día. Esto les mejora el aliento muchísimo con respecto a los animales.
¿Es usted cruel?
No, en absoluto. Los últimos conatos de crueldad que tuve fueron en la adolescencia. Todavía hoy, cuando los recuerdo, me siento culpable y me doy asco. 
¿Tiene muchos amigos?
Eso creo al menos. La amistad es una parte fundamental de mi vida. Realmente no tengo clara las fronteras entre el amor y la amistad.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Ninguna en especial. Los amigos no se buscan, “surgen” y ya está. Los quieres como son. Tal vez lo que más admire de ellos sea la capacidad balsámica que tiene su mera presencia. A veces no es necesario que hablen, basta con sentirlos a tu lado mientras te tomas un vino. 
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Y si alguno lo ha hecho se me olvida muy pronto. Sólo me reconozco una virtud: no soy rencoroso. 
¿Es usted una persona sincera? 
No. Creo que la sinceridad está sobrevalorada. Yo prefiero ser honesto. El día a día está lleno de detalles en los que la educación y el respeto a los demás me impiden ser sincero. Imaginemos que un poeta novel (todo ilusión) me regala su libro de poemas en la esperanza de que le haga una buena crítica. Imaginemos que el libro es malo. Yo no se lo voy a decir “sinceramente”. Le elogiaré las virtudes que tenga y de la manera más indolora que pueda le señalaré algunos defectos, pero no voy a ser “realmente” sincero con él. Si persiste en escribir poesía, el tiempo y las buenas lecturas corregirán sus versos. 
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Alternando la soledad de la escritura/lectura con la presencia de la gente que quiero.
¿Qué le da más miedo?
Lo que a todos: la muerte de los amados, el dolor...
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La guerra y sus instigadores. 
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Le diría que cocinero, pero es que ése es un oficio también muy creativo. Así que me decido por carnicero. Sacar filetes de una cinta de lomo me resulta un ejercicio hipnótico.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí. Juego al fútbol desde que era un crío. Además ahora, a los cuarenta, me he lanzado a correr. Nunca pensé que me iba a gustar tanto.
¿Sabe cocinar?
Sí, es uno de mis entretenimientos favoritos. Especialidad en Salmorejo y Arroz con atún. El día que se deje caer por casa le invito.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Sin duda, Don Quijote y Sancho Panza. Son los “personajes más inolvidables” de mi idioma. 
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
No tengo ni idea. Sólo sé español y un poco de inglés. Creo que la palabra más llena de Esperanza debe tener un sonido asociado, es decir, una fonética esperanzadora. En español se me ocurre que pueda ser la palabra “Mamá”.
¿Y la más peligrosa?
Amén. 
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Con mis propias manos no, desde luego. Pero no me importaría en absoluto que alguien quitara de en medio a los instigadores y gestores de las guerras. 
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo que una sociedad se organiza mejor desde parámetros solidarios y de justicia social. Creo profundamente en la iniciativa personal y privada, pero no comulgo con el liberalismo que utilizan la “libertad” (de empresa, por supuesto) para cercenar derechos que hasta ayer se consideraban humanos. A día de hoy no creo en la división derecha/izquierda (eso no quiere decir que no la sufra o que no exista; digo sólo que no creo en ella). Mi simpatía está siempre con los que sufren que, por norma general, suelen ser pobres y poco cultivados. 
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Medio centro de la Real Sociedad. Siempre ha sido mi sueño.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No tengo vicios. Ya dejé las drogas que consumía ocasionalmente cuando era más joven. Bueno, el vino... sí, el vino. Me gusta una “gotica” (o una botella según se tercie).
¿Y sus virtudes?
La que dije antes. Sólo tengo una: no soy rencoroso.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? 
Una bañera llena de globos a los cuatro años; el gol del Zamora que le dio la primera liga a la Real Sociedad; la primera masturbación; la primera mujer desnuda... todas las cosas “primeras” supongo.
T. M.