En 1972,
Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que
nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los
perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo
con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus
frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman
la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de
la vida, de Tomás Sánchez Bellochio.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una ciudad
con playa y montaña, como Río de Janeiro o Barcelona, pero traería a todos mis
amigos y familia a vivir cerca.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende para
qué.
¿Es usted cruel?
Creo que en
esencia soy una buena persona, pero seguramente fui cruel alguna vez.
¿Tiene muchos amigos?
Sí. Y el
haber vivido en varios países los multiplica.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Buscar algo
implicaría ganancia, interés. Hay amigos que son como familia, uno no los elige
o los eligió hace mucho tiempo. Hay amigos para ciertas actividades en común pero
con los que no se comparte nada más. Con los años, uno va cambiando y se va
haciendo amigo de personas que parezcan más compatibles con lo que uno quiere
ser.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Alguna vez.
Ahí hay que ver qué tan profundo y sano es el vínculo y si vale la pena
sostenerlo.
¿Es usted una persona sincera?
Soy sincero.
Lo que no quiere decir que sea sincericida.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Viajo. Saco fotos. Leo. Veo series.
¿Qué le da más miedo?
Perder
trágicamente a alguien. En cuanto a mí, quedar cuadripléjico.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
La estupidez
(ésa que es profunda y voluntaria) y la injusticia. Cuando se combinan, por
ejemplo en el discurso ramplón de derecha, buscando argumentos para cercenar
derechos, me escandaliza todavía más.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
Director de
cine o cantante. En realidad, ya soy cantante de baño. Así que director de
cine.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Jugué rugby
muchos años. Me gusta el fútbol, el tenis, nadar. Hoy en día, para mantenerme,
voy al gimnasio y salgo a correr.
¿Sabe cocinar?
Me defiendo
pero con pocas opciones. Me gusta como excepción no como rutina. Me molesta que
uno tarde más en cocinar que en comer. Odio cómo queda la cocina después.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
No soy el
tipo de persona que admira personas o tiene ídolos ni se emociona por
“personajes inolvidables”. Por ejemplo, puedo admirar un libro o una película,
no al escritor o al director. Suele suceder que la obra sea más brillante o
sabia que su autor. Cuando escribo, mi foco es siempre más en la historia que
en los personajes. No suelo empezar una historia desde un personaje. Más bien,
son cosas que hace o le suceden a alguien. Y ese alguien lo pienso en función
de eso que pasa en la historia.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Nacer.
¿Y la más peligrosa?
¿Y la más peligrosa?
Trump y sus
heterónimos en el resto del mundo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Seriamente no. Como juego de la imaginación, muchas
veces.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo en la redistribución
de la riqueza, en la conquista de derechos, en la educación pública y gratuita,
en el acceso universal a la salud. La política real es siempre comparativa: de
entre las opciones voto por lo menos peor pero con posibilidades. El partido
que sienta más cercano a mi corazón ideológico.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
A veces
siento culpa de omisión. Por ser publicista y escritor. Me gustaría ser alguien
o algo que hiciera más por los demás. Alguna vez, en terapia, lo comenté y la
psicóloga trató de dejarme un poco más tranquilo con respecto a los roles que uno
asume. Y algo de razón tenía. Cuando vendo una idea o un proyecto, estoy
defendiendo el trabajo y el sustento de un montón de personas que trabajan
conmigo. Y sin embargo, es un malestar que vuelve.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No creo tener una
personalidad adictiva ni viciosa. No tomo mucho, no fumo, no me gusta el juego,
nunca tuve un problema con las drogas. Según un amigo soy adicto al
enamoramiento. Pierdo mucho tiempo en internet que podría dedicar a otra cosa.
Ahora, si hablamos de vicio como defecto, a veces puedo llegar a ser muy
criticón, intolerante o egocéntrico.
¿Y sus virtudes?
Sé escuchar. Soy
optimista de largo plazo. Supongo que soy empático porque si no no podría
ponerme en el lugar de mis personajes. Tengo sentido del humor.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Sonará bizarro, pero las
muy pocas veces que tuve una sensación de muerte inminente (por ejemplo una vez
en ruta, de noche y bajo la lluvia, con un auto que se había cruzado de carril)
pensé en lo que no había terminado de escribir. Será porque todavía no tengo
hijos.
T. M.