Retrato de José Balza, obra de Nelson Jovandaric
Tengo el honor de verme mencionado, permítaseme esta ilusión de vanidad, por dos veces en la extraordinaria entrevista que Carmen de Eusebio publicó a José Balza en Cuadernos Hispanoamericanos (núm. 795, septiembre 2016). En ella, el autor venezolano habla del Delta del Orinoco que le vio nacer, de soslayo de la situación de su país, de su huida a los diecisiete años que duró tres días y noches "porque intuí que algo se agotaba", sobre el lenguaje y la necesidad de nombrar las cosas, de Cervantes... Todo un caudal de inteligencia, profundidad, erudición elegante y generosa.
Tanto que, como digo, este que escribe surge en una de sus respuestas, junto con otros colegas que nos hemos ocupado de estudiar y editar su maravillosa obra, y en otra ocasión al hablar de ejemplos de narradores vistos desde el prisma de Cervantes. Un halago de alguien que trata a los autores que estima con tanto agradecimiento y delicadeza y humanidad que, más allá de los méritos que uno pueda tener en su escritura (de tenerlos), uno se siente a la vez agradecido y admirado por la caballerosidad de este hombre de talento humano fabuloso, maestro en el arte de vivir, de sentir, al fin, de escribir.
