Este es un Peter Ackroyd distinto al habitual, el que brilló
sobremanera con obras como «Los Lamb de Londres» o “El diario de Víctor
Frankenstein”, es decir, trasladando las vidas de los escritores a la ficción
para mostrar el conocimiento profundo de su ciudad, a la que dedicó un millar
de páginas en «Londres: una biografía». En el primer ejemplo citado, eran los
hermanos Charles y Mary Lamb, autores de los «Cuentos basados en el teatro de
Shakespeare», los que protagonizaban una tragicomedia deliciosa; el segundo era
un excelso juego metaliterario en que aparecía el frenesí callejero londinense más
los paisajes suizos para urdir una trama en torno a los autores que se
reunieron en Villa Diodati en 1816: Lord Byron, los Shelley y Polidori.
Esta seña de identidad de Ackroyd de llevar la vida de los
grandes poetas británicos a novelas de entretenimiento da un giro con “Tres
hermanos” (traducción de Tomás Fernández Aúz y Beatriz Eguibar), historia de
una familia en el Londres de mediados del siglo XX. Harry, Daniel y Sam Hanway,
en uno de esos excesos de imaginación literaria que luego son una realidad increíble
en los periódicos, han nacido no sólo el mismo día del mismo mes, sino a la
misma hora. Aquel, desde luego, no es un Londres cualquiera, la precariedad e
incertidumbre de la posguerra queda reflejada en sus ambiciones y limitaciones,
así como las del padre, un hombre lacónico que apenas pasa por casa, y sobre
todo por la extraña desaparición de la madre, que deja al trío tan huérfano
como ante la obligación de tomar sus propias decisiones. Uno opta por el
periodismo, otro se hace estudiante en Cambridge, y el tercero no sabe qué
hacer.
Se desarrolla así un argumento donde lo fuerte de Ackroyd,
su mirada hacia su ciudad, queda perfectamente recreada con sus calles y
costumbres, pero en que el ritmo narrativo no alcanza las cotas a las que nos
tiene acostumbrados, lastrado por la evolución, no siempre interesante, de los
tres personajes que viven emprendiendo caminos individualistas o solitarios, y
por la sombra de la madre, que se alarga cada vez más con la esperanza de un
retorno imprevisto.
Publicado en La Razón, 24-XI-2016