Recupero aquí, con el lema latino ubi sunt (dónde están), una
serie de reseñas que publiqué hace unos veinte años en la revista Quimera.
Los escritores utopistas fueron los precursores de la
sociedad moderna. Ellos fueron los primeros en plantear la igualdad de sexos,
la asistencia social, la creación de instituciones organizadas, o una ciencia
sin restricciones. Ese compromiso intelectual con el entorno nació en la Grecia
del siglo V a. de J.C. y se ha desarrollado, como género literario, a lo largo
de toda la historia. Así pues, estamos ante un campo de extensa tradición que,
como cualquier otro tópico en la literatura, ha vivido grandes variaciones. El
profesor Raymond Trousson se encarga en este libro de explicar esa evolución.
La investigación es sintética, pero muy densa. La utopía, concepto de gran
ambigüedad semántica, es presentada en todas sus acepciones. El camino hacia su
definición es complejo, pero a medida que se recorren los siglos y se explora
el contenido de las obras se abre una singular manera de entender la literatura.
Su perspectiva histórica, además, comporta conocimientos de sociología,
política, religión y economía, lo que hace del trabajo de Trousson un completo
análisis no sólo de un pensamiento concreto, sino también de los principales
cambios que ha vivido la humanidad y de cómo se ha traducido eso en escrituras
ficticias.
Uno de los datos más curiosos que ofrece este estudio es
la inexistencia absoluta de textos utópicos en las letras españolas: sólo se
alude en varias ocasiones al Inca Garcilaso de la Vega y a Lope de Vega. Las
demás referencias, tanto la de los escritores utópicos como la de los
estudiosos del tema, pertenecen a otros muchos países (especialmente a Francia;
no en vano el clímax de la utopía alcanzó a este país en el siglo XVIII), a
otros idiomas, y consecuentemente a diferentes anhelos existenciales. La
culminación a todo ese progreso común, partiendo del viaje imaginario
tradicional, se llamó, en el siglo XX, ciencia ficción.