lunes, 28 de noviembre de 2016

Ubi sunt: "Sombras verdes, ballena blanca" de Ray Bradbury

Recupero aquí, con el lema latino ubi sunt (dónde están), una serie de reseñas que publiqué hace unos veinte años en la revista Quimera.

Sombras verdes, ballena blanca es un trozo de la vida de Ray Bradbury, una memoria literaturizada de su estancia en el Dublín de 1953, donde trabajó en el guión de la película Moby Dick, de John Huston. La novela –concebida primero como un libro de cuentos– es el testimonio inquietante de un hombre ante una sociedad que le sorprende continuamente: al comienzo, en pleno invierno, el protagonista se siente extraño y solo en una tierra lluviosa, en una ciudad gris, pero en ese momento comienza a descubrir, gracias a un grupo de pintorescos personajes que frecuentan una taberna, el carácter irlandés: una personalidad cínica, ingeniosa, obsesionada por el alcohol, y sobre todo, basada en la amistad y en el compañerismo. Por eso, a veces es fácil percibir un aliento de nostalgia en ese recuerdo del autor, de aquella bohemia llena de historias increíbles, de situaciones cómicas que se mezclan con descripciones de un entorno siempre verde o de un pensamiento romántico.

Bradbury, además de reflejar fielmente la geografía urbana de Dublín y de subrayar con gran precisión los valores del alma irlandesa, introduce otro testimonio interesantísimo: su relación con el director de la película, John Huston, cuyas imprevisibles acciones trastornaron los siete meses de trabajo que necesitó el escritor para adaptar la obra de Herman Melville al cine. La historia de amor-odio entre ambos recuerda mucho a una pel¡cula, Cazador blanco, corazón negro, de Clint Eastwood, que a su vez, era el reflejo de un caso paralelo: el rodaje de La reina de África pocos años antes en tierras de Kenia y del conflicto entre Huston y su guionista. Las narraciones son idénticas, pero están filtradas mediante dos lenguajes distintos, en dos lugares distintos.