viernes, 17 de marzo de 2017

Entrevista capotiana a Javier Sáez de Ibarra

En 1972, Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el escritor estadounidense se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Javier Sáez de Ibarra.

Si tuviera que vivir en un lugar sin salir nunca de él, ¿cuál elegiría?
Algún lugar cálido con mar y montaña. Almería, por ejemplo.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Me desagradan los animales domésticos. Y detesto a los que prefieren los animales a las personas.
¿Es usted cruel?
Nunca.
¿Tiene muchos amigos?
No sabría decir si son muchos. Aunque no puedo verlos tanto como quisiera, y a veces ni llamarlos. Pero me siento querido y acompañado por muchas personas por las que siento gran cariño. 
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Verdaderamente no las “busco”; pero sintonizo enseguida con personas sencillas, inteligentes y a las que les gusta conversar.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Acaso, si alguna vez no he tenido lo que esperaba, he sabido aceptarlo, esperar o seguir adelante. 
¿Es usted una persona sincera?
Por lo general, no hablo mucho de mí mismo; suelo escuchar. Cuando cumplí cincuenta años me hice, medio en serio, el propósito de “no mentir”.  Luego, el miedo a herir me cohíbe algunas veces, aunque busco las fórmulas. Sin embargo, creo que la experiencia de comunicarse profunda y sinceramente con un amigo es de las cosas más emocionantes que pueden vivirse.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Escribir, estudiar, encontrarme con amigos, leer, ver cine.
¿Qué le da más miedo?
Desde luego, el sufrimiento de las personas que más quiero. En cuanto a mí, la infelicidad y el extravío.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
No siento algo así. Más bien, indignación y pena por la injusticia y el sufrimiento de los pobres; repulsa por los ricos, los poderosos y sus marionetas: los políticos y los periodistas; aburrimiento por la mediocridad intelectual y, en particular, por el gregarismo, el inmovilismo y la cortedad de los profesionales de la enseñanza. 
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? 
Yo soy creativo, es mi identidad y ni siquiera lo he elegido; si no lo fuera, no sería yo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Fui un excelente corredor de fondo en mi juventud. Y adoraba el fútbol. Ahora las rodillas ya no me dejan correr (aparte de que tengo poco tiempo para echarme unas caminatas). En un momento dado, comprendí que el deporte ya no formaría parte de mi vida.   
¿Sabe cocinar?
No. Pero hago la comida.
Si el Reader´s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre un “personaje inolvidable”, ¿a quién elegiría?
Dejando de lado que esa revista me censuraría, yo escribiría sobre Charles Chaplin. En mi opinión, es el creador más importante del siglo XX; el humor, la inteligencia, la denuncia, la emoción, la compasión que irradian sus películas sirvieron de revulsivo en su tiempo –de ahí las prohibiciones que sufrieron– y siguen siendo deslumbrantes para nosotros.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más cargada de esperanza?
“Dios”. En la medida en que, por más que su nombre es continuamente profanado, aun por los que creen en él, es siempre el inalcanzable, el indisponible, el que continúa esperando.
¿Y la más peligrosa?
“Dinero”. Otro dios, por el que son sacrificados miles de seres humanos cada día.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. La repugnancia que he sentido por los grandes políticos y personalidades económicas e intelectuales orgánicos de mi país, por ejemplo, se mitigaba al ver que otros venían a sustituirlos.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Estoy a favor de que cada trabajador, sea de la cualificación que sea, pueda mantener con su sueldo a una familia de cuatro personas. Estoy a favor de la movilidad sin restricciones de cualquier ser humano por la faz de la tierra. Estoy a favor de que el Estado-la Sociedad garantice la vida, la salud, la vivienda, la educación, el medio ambiente, la cultura y, en su caso, el trabajo de cualquier persona. Para mí son opciones éticas irrenunciables. También sé que este programa es posible realizarlo hoy mismo puesto que hay en el mundo ya riqueza suficiente. Mis opciones políticas, en consecuencia, se definen así: estoy a favor de las fuerzas que realmente buscan esto y en contra de las que quieren evitarlo, perpetuando la desigualdad y el sufrimiento en su propio beneficio.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Estoy contento de escribir. Pero me hubiera fascinado ser músico: compositor e intérprete. La felicidad de tocar en una pequeña banda de jazz o en un cuarteto, con unos amigos, debe de ser una experiencia maravillosa.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Perder el tiempo siguiendo el fútbol. El desorden. El descuido. La impaciencia. Mi estupidez.
¿Y sus virtudes?
La inventiva. El humor. La constancia. El deseo de prestar ayuda.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Mi ingenuidad, el atletismo, la comuna cristiana en que anduve de joven, sufrimientos amorosos, la cara de mi mujer, mi hija, los libros publicados, mis padres, el temor de no haber respondido bien a mi vida, algunos amigos, otra vez mi mujer y mi hija, el amor.
T. M.