domingo, 19 de marzo de 2017

Entrevista capotiana a María Oruña

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de María Oruña.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Si es una cárcel, no puede ser un paraíso, pero en general me vale cualquier sitio que tenga verde y mar.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Con ambas especies me llevo bien.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
No.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Mis expectativas en relación a las personas son limitadas.
¿Es usted una persona sincera? 
En general, sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Viajando, explorando, leyendo, estando con mi familia y mis amigos.
¿Qué le da más miedo?
Los radicalismos, especialmente los religiosos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Hay muchas cosas que me horrorizan, pero que me escandalicen creo que pocas o ninguna.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No sé; he sido abogada, profesora, camarera…en otra vida me veo como guía turística de castillos o algo vinculado a la Historia.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Muy poco, pero estoy en ello: ¡he instalado un gimnasio en el garaje!
¿Sabe cocinar?
Sí. Aunque advierto que mi familia puede contradecir esta afirmación.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
No me resultaría fácil escoger. Me hubiese gustado escribir la biografía novelada sobre Inés Suárez tan bien como lo hizo Isabel Allende con su «Inés del alma mía».
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Niño.
¿Y la más peligrosa?
Vaya preguntitas… ¿aniquilación?
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Todavía no. Quizás cuando termine este cuestionario.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Izquierdas. Aunque ahora ya casi me parece todo lo mismo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Rica.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Por la pregunta se sobreentiende que tengo muchos... Entre los confesables se encuentran gastar irreverentemente en libros y en viajes.
¿Y sus virtudes?
Con mis actos intento no perjudicar nunca a nadie. Por lo demás, no me considero especialmente virtuosa.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un chaleco salvavidas, la tabla de Rose en Titanic, el pescador de Hemingway de «El viejo y el mar» y cualquier maniobra que me permitiese un rayo de esperanza.

T. M.