lunes, 5 de junio de 2017

Entrevista capotiana a Eloy M. Cebrián

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Eloy M. Cebrián.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Ya puestos, el monasterio de El Escorial.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero los perros a la gente.
¿Es usted cruel?
En general, no. Pero sé cómo serlo.
¿Tiene muchos amigos?
Cuatro o cinco. Y no le digo una cifra exacta porque no estoy muy seguro.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que no me pidan dinero prestado. Y que paguen ellos alguna ronda de vez en cuando.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
La mayoría lo han hecho y han dejado de ser amigos. Ahora ya sé que tampoco hay que pedirle tanto a la gente. Y que hay que saber dejar en paz a los demás.
¿Es usted una persona sincera? 
Con el tiempo he aprendido a ser sincero. Es mucho más fácil y relajado que ser un mentiroso.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Me gusta la cerveza, la conversación, la lectura y las series de televisión. A veces toco la guitarra (muy mal). También me gusta pasear con mi mujer y con mi perro por el campo.
¿Qué le da más miedo?
Que mi hijo muera antes que yo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La mala educación, sobre todo en gente que por extracción social o cultural podría elegir comportarse de otra manera. Tampoco soporto la crueldad con los animales.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
La verdad es que la mayor parte del tiempo no soy escritor, sino profesor de instituto. Mi mujer me suele decir que en realidad nací para ser marqués o rentista. Y en general estoy de acuerdo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Me gusta caminar, pero solo cuando hace buen tiempo y la cuesta no es muy pronunciada.
¿Sabe cocinar?
Sí, es una de las cosas más útiles que aprendí al tener que estudiar fuera de mi ciudad. Mi repertorio no es muy variado, pero sé desenvolverme en la cocina.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Mi personaje favorito siempre ha sido Pinocho.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Educación.
¿Y la más peligrosa?
Hipoteca.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Bueno… en cierto momento a mí mismo, pero no iba muy en serio.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy republicano y librepensador. No sé si tiene que ver con la política, pero también soy agnóstico y antitaurino.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Spiderman.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Como se dice por aquí, a veces me gusta beber una gotica. En general soy muy propenso a los vicios. Si no tengo más, es porque las mujeres con las que he convivido han sabido cómo frenarme.
¿Y sus virtudes?
Sé reírme de mí mismo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No puedo imaginarme que me estoy ahogando. Mi imaginación rechaza la muerte por ahogamiento. Digamos que me encuentro en un trance mortal de otro tipo. Creo que lo que se me pasaría por la cabeza sería la cara de mi mujer. Le doy mi palabra de que no es por halagarla ni por quedar bien. Es que ella es lo mejor que me ha pasado hasta la fecha.

T. M.