Hace exactamente un año, aparecía la espléndida antología «Lluvia y otros cuentos», de Somerset Maugham, que fue una gran ocasión de recuperar las tramas hondas y entretenidas de un escritor que, como en su relato más célebre asomado en el título, era capaz de transmitir al lector el asfixiante calor samoano en torno a una mujer de vida licenciosa y un misionero intransigente. Ahora, con traducción de Jordi Fibla, se añade a aquel volumen tan recomendable uno que no lo es tanto pese a tener textos de notable valor, “El impulso creativo y otros cuentos”, que indaga en ambientes sobre todo burgueses, incluso desde enfoques demasiado anecdóticos, para perfilar gentes acomodadas con sus vanidades y mezquindades.
Reuniones de la alta sociedad inglesa, amantes que obligan a una doble vida durante décadas, políticos de grandes ambiciones y ausencia de sentimientos… Toda una clase social determinada se refleja en cuentos como “Lord Mountdrago”, en el que un doctor recibe una visita ilustre que arrastra malos remordimientos, o “Las tres gordas de Antibes”, acerca de mujeres obsesionadas con adelgazar que viven en su microcosmos frívolo centrado en jugar al bridge.
En todas las historias Maugham despliega las virtudes que ya destacamos hace un año –el diálogo fluido, el estudio psicológico de los personajes–, pero ahora encontramos relatos donde la síntesis narrativa no acaba de lograrse, se abusa de lo descriptivo y hay algún que otro final decepcionante, como en “La voz de la tórtola”, sobre una insoportable “prima donna”.
Tal vez lo más destacable del libro se hallará en el ambiente exótico que tanto frecuentó el autor de “Servidumbre humana”, pues no en vano su vida estuvo marcada por el cosmopolitismo tanto en Europa (de Londres a Alemania, de Sevilla a Grecia) como Estados Unidos, y sobre todo el sureste asiático y el Pacífico. Así pues, en el cuento al que me refiero sí que se desarrolla la debida tensión narrativa que se echa en falta en otros: “Pecios”, sobre una extraña pareja que acoge a un hombre que sufre malaria en Borneo y que esconde un sórdido y violento suceso detrás.
Publicado en La Razón, 8-VI-2017