miércoles, 20 de septiembre de 2017

Entrevista capotiana a Concha García

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Concha García.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una habitación con un gran ventanal circular que diera al campo por un lado y al mar por otro.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende, no me gustan las ratas, no me gustan las bestias, ni las cucarachas, ni las serpientes y toda su gama.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Es imposible tener muchos amigos puesto que exige un gran cuidado cada uno de ellos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sentido del humor, inteligencia, lealtad,  y que no sean hipócritas ni demasiado vanidosos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Esperamos mucho del otro y es mejor respetar y comprender para evitar la decepción.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No hago distinciones, la existencia es tiempo y trato de ser consciente de ello.
¿Qué le da más miedo?
El mal. Los humanos somos los únicos que podemos destruir este planeta  y destruirnos a nosotros mismos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Ya no me escandalizo por casi nada. Me llama la atención que algunos políticos se gasten tanto dinero en putas y mariscos. Que haya tantos futbolistas ganando esas barbaridades. Que la violencia contra las mujeres continúe ejercitándose, que se gaste tanto en material bélico, que haya quienes disfrutan matando animales bajo el eufemismo de llamarlo caza.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No decidí ser escritora, he ido siéndolo. Si realmente hubiese podido elegir –cuando puedes hacerlo eres demasiado joven y las circunstancias no te dejan– seguramente hubiese elegido ser escritora.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino mucho, no corro, solo paseo.
¿Sabe cocinar?
Sí, me gusta mucho, pero no salgo de mi recetario familiar. No sé hacer sushi, me encantaría.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Hace años me aconsejó el desaparecido Angel Crespo que leyese a Piotr Demiánovhich Ouspensky, esoterista ruso nacido a finales del s. XIX. Aprovecharía el encargo para investigar.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Compasión.
¿Y la más peligrosa?
Cualquiera que salga del odio y de la creencia de ser superior a otros.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. He querido que desaparecieran, como decía la canción: “ojalá pase algo que te borre de pronto”.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Educación, sanidad, sueldos dignos, políticas pensadas para la mayoría de la gente. Se parece a la izquierda,  a la izquierda no estalinista.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
¿Otra cosa? Astróloga y piloto.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El té verde y la cerveza.
¿Y sus virtudes?
La paciencia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Creo sentiría el agua y no me daría tiempo a sentir otra cosa.

T. M.