Hoy publico el artículo "La Revolución Francesa en mi calle", en relación con lo acontecido ayer en Barcelona. Mi ciudad, después de sufrir la tragedia en agosto de un atentado terrorista, está en plena convulsión frente al desafío secesionista catalán. Yo sólo ansío que la paz social se restablezca, que podamos vivir de manera civilizada y con la tolerancia como nuestro mayor tesoro, y que la clase política, increíblemente mediocre e inútil, colabore de una vez por todas para que se dé esto con garantías. Pero qué lejos está que ocurra tal cosa, mucho me temo.