martes, 3 de abril de 2018

Entrevista capotiana a Javier Enríquez Serralde

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Javier Enríquez Serralde.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La Costa Brava en donde estoy viviendo y escribiendo en mi periodo sabático. Las razones no son porque Mercé Rodoreda o Roberto Bolaño vivieron cerca de mi casa. Son el panorama, la gente, la comida y el clima los que adoro y me inspiran.
¿Prefiere los animales a la gente?
A la gente, no. Prefiero a las personas, con todas sus complicaciones psicológicas.
¿Es usted cruel?
Sí, pero trato de circunvenirlo y lo he hecho eficientemente toda mi vida. Todos los humanos somos crueles en ciertas ocasiones bajo ciertas circunstancias. Basta ver la despreciable psicología de las masas, herencia de evolutiva del género Pan, como los chimpancés (Pan troglodytes), y sus antecesores. Preferiría que los humanos hubiéramos evolucionado de los bonobos (Pan paniscus).
¿Tiene muchos amigos?
Sí, pero amigos de toda la vida solamente un manojo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Elijo a mis amigos por su capacidad para hacerme reír o para enseñarme algo que no sé.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Por supuesto. He aprendido a no esperar. Por eso tengo amigos.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, para ser honestos.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Todos los días tengo el tiempo libre que yo dispongo para leer, tocar la guitarra (clásica y rock progresivo), ejercicio físico en el gimnasio o en la pista de tenis, escribir y estar con las personas que quiero.
¿Qué le da más miedo?
La hipocresía. Incluyendo la de los religiosos y de los políticos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
He vivido mucho para que algo me escandalice, con una excepción: La falta de empatía del que daña a los indefensos. Incluyendo la de los militares, los religiosos y los políticos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ya la hice. Me dediqué a la ciencia y a la medicina. Escribir es mi pasatiempo favorito. Como no necesito dinero ni aspiro fama, tengo toda la libertad creativa para escribir como me place, como me gustaría leer a un clásico de hace 800 años, de ahora o como lo concibo del futuro.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Todos los días. Paro cuando sudo profusamente ya que tardo en cansarme.
¿Sabe cocinar?
Solamente cocina italiana, mexicana, suiza, griega, marroquí, asiática, catalana, francesa, española… y, sin sonar arrogante, muchas veces la hago mejor que los aborígenes.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Ignoraría cualquier encargo del Reader´s Digest. Un encargo por otra revista lo consideraría. ¿A quién elegiría yo? Principalmente a escritores y son unos cuantos, ya que son los autores que me inspiran. En mi opinión, los mejores escritores. Si saco uno al azar seria Calvino, o Márai, o Boccaccio, o Guimarães Rosa, o Joyce, o Lobo Antunes, o Yourcenar, o Borges o a uno que todavía no haya ganado el premio Nobel de literatura.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Una que yo acuñe y definí en el Lexinario: asperantar. asperantar. tr. Tener esperanza en que llegue o suceda algo que se desconoce.
¿Y la más peligrosa?
Hay varias en varios idiomas, pero elijo otro neologismo que yo también acuñé: esperatrón. m. Acelerador de esperanzas en el anfiteatro de la desesperación.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, definitiva y rotundamente no, con unas cuantas excepciones.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
La ausencia de políticos.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un ser inteligente sin ontosis. Perdón, otro neologismo mío. Su definición: ontosis. 1. f. Biol. Degeneración de un ser cuando numerosas células de su cuerpo han concluido su promedio límite de reproducción. 2. Mil. Posible solución heterodoxa al problema llamado vida. 3. Lit. Fatal rendición de un cuerpo ante las garras del tiempo. 4. Fil. Aquello que deja de ser o de existir. 5. La esencia misma del tránsito de la existencia a la no existencia.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Café, vino tinto y meticulosidad.
¿Y sus virtudes?
Apreciación del buen café, del buen vino tinto, pensar mucho y hablar poco.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La manera más rápida de encontrar oxígeno y meterlo en mis narinas.
T. M.