jueves, 19 de abril de 2018

Entrevista capotiana a Manuel Neila

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Manuel Neila.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una biblioteca con vistas al mar, a los días azules y al sol de la infancia.
¿Prefiere los animales a la gente?
Me siento tentado a decir que sí, pero faltaría a la verdad.
¿Es usted cruel?
Mi grado de empatía no me lo permite.
¿Tiene muchos amigos?
Vivimos tiempos difíciles para la amistad… Con todo y con eso, aún conservo los necesarios para no sentirme solo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Las cualidades que antes me exijo a mí mismo; es decir, lucidez, sinceridad, capacidad de diálogo, lealtad y prudencia.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
¡Claro!… En la misma medida en que suelo decepcionarme a mí mismo.
¿Es usted una persona sincera? 
Desde el momento en que me sentí incapacitado para la mentira, no puedo por menos de esforzarme en serlo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo y viajando, sintiendo y pensando. En fin, amando.
¿Qué le da más miedo?
La mala digestión de los poderosos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Felices los días que no hay motivos para exclamar: ¡qué vergüenza! Y son tantos esos motivos. Pongamos por caso: la estupidez, la vulgaridad y el cinismo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera gustado ser bibliotecario; aunque no habría rechazado la posibilidad de convertirme en capitán de navío.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Me gusta pasear, aunque no lo hago con la frecuencia que quisiera.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Sin duda alguna, a Miguel de Cervantes Saavedra.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Gracias.
¿Y la más peligrosa?
Dinero.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Más de una vez… Pero afortunadamente me arrepiento enseguida.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Suelo situarme del lado del más débil… Los poderosos ya tienen bastante gente a su servicio, incluidos sus perros guardianes. A partir de ahí, mire por dónde, uno ha de estar preparado para lo peor.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Me gustaría ser el que soy; pero, por más empeño que pongo, muchas veces me sorprendo siendo otro. Ya sabe: Je suis un autre.
¿Cuáles son sus vicios principales?
A partir de cierta edad, los vicios remiten, mientras que los defectos aumentan. De un tiempo a esta parte, me he vuelto más intransigente e, incluso, intolerante: intransigente con la estupidez e intolerante con la vulgaridad.
¿Y sus virtudes?
Ojalá pudieran serlo la empatía, el sinfronismo y la resiliencia. Al menos, esas son las virtudes no teologales que me sirven de norte.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? 
Estoy convencido de que serán las de aquel niño que, en tierras extremeñas o asturianas, se admiraba frente a la belleza y la diversidad del mundo, y se sorprendía ante la bondad y la maldad de sus semejantes.
T. M.