domingo, 28 de octubre de 2018

Entrevista capotiana a Carme Chaparro


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carme Chaparro.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Cualquiera en el que pudiera tener a mi lado a mis hijas y mi marido. Los lugares son las personas que los habitan.
¿Prefiere los animales a la gente?
En general, no.
¿Es usted cruel?
En general, tampoco. Aunque igual lo sería con algunos monstruos.
¿Tiene muchos amigos?
Josep Pla los dividía en tres: amigos, conocidos y saludados. Tengo muchísimos de los dos últimos, pero en la categoría de amigos –los de verdad– prefiero mantener a pocas personas.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Es química, casi como el amor por la pareja. Un flechazo. Conectas o no conectas. La risa es fundamental. También la fidelidad. El escucharse, ser complementarios. Saber que están ahí para lo que haga falta, y que tú estás ahí para lo mismo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Decepcionan más los conocidos y los saludados. Los amigos de verdad aprendes a escogerlos con los años y los fracasos.
¿Es usted una persona sincera? 
No miento, aunque a veces decir toda la verdad dolería demasiado.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
¿Qué es el tiempo libre?
¿Qué le da más miedo?
Que mis hijas sufran.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
A estas alturas de la vida, y con la profesión que tengo –tanto la de periodista como la de escritora de novela negra– parece que poco puede escandalizarme, pero no es así. Soy incapaz de comprender a la gente que hace daño a propósito.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Leer. Leer. Leer.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
¿El ejercicio cerebral cuenta? ¿Los madrugones cuentan?
¿Sabe cocinar?
Sí, me defiendo bastante bien.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A mi tía, Paulina Murillo. Con 15 años, huérfana de padre y con cinco hermanos pequeños, en la España que acababa de pasar la Guerra Civil, tuvo que dejar el pueblo e irse sola a Cataluña a trabajar y ahorrar para poder llevarse allí al resto de la familia y buscarles un futuro digno.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Mamá.
¿Y la más peligrosa?
Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
¿Quién no?
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Mi trabajo es que no se noten.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Feliz.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Ocultar mis vicios principales es mi vicio principal.
¿Y sus virtudes?
Mi mirada sobre las cosas.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
“No puede ser. ¿Y esto se acaba, ya, aquí?”
T. M.