martes, 30 de octubre de 2018

Entrevista capotiana a Georgina Higueras

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Georgina Higueras.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Tarragona. Me apasionan sus ruinas romanas, el peso de la historia en esta pequeña ciudad. No podría vivir sin la intensidad cromática del Mediterráneo. Aunque hay lugares que me encantan, en especial en China y el sureste asiático, sin embargo, esa sensación de “no poder salir jamás”, creo que solo la soportaría bien en un lugar íntimamente ligado a todo lo que me gusta: el mar, el vino, la historia, el azul del cielo, el verde de los pinos que descienden hacia la inmensiadad azul del mar; el amarilloverdoso del aceite de oliva; el olor del pan recién hecho y de las verduras asadas. Si Tarragona no fuese posible, sería Heraklion siempre que se considerase Cnossos una parte irrenunciable de ella.
¿Prefiere los animales a la gente?
Los animales me gustan inmensamente, pero no tengo dudas de que elegiría siempre a la gente. Necesito ese punto más de comunicación que me dan las personas frente a los animales, aunque los animales puedan ser más fiables y leales.
¿Es usted cruel?
No. Detesto la crueldad, aunque reconozco que en un par de ocasiones que me he sentido muy acorralada, he tirado por el camino fácil de la crueldad.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo muchos conocidos, pero pocos amigos. La amistad exige altruismo, solidaridad, intimidad, amor, comprensión, respeto y muchos otros dones difíciles tanto de dar como de recibir.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Entrega, sinceridad, honestidad, amor y respeto
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sí, sobre todo antes. He salido escaldada y ahora hay menos posibilidades de que califique de amigo a quien no lo es. Antes era muy confiada y veía amigos donde había compañeros de trabajo o de juergas.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, pero creo que en mi caso no tiene mérito. Soy sincera porque no se mentir. Se me descubre de inmediato. Solo tienes que mirarme a los ojos.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Disfrutando del paisaje, de contemplar el mar, el cielo y la tierra. Leyendo, escribiendo y comiendo con gentes cercanas: familiares, amigos o conocidos. Me gusta entretenerme con mis plantas y también ir al cine, teatro, ballet, óperas y conciertos. 
¿Qué le da más miedo?
Las cucarachas y los hombres y mujeres fuera de control por alcohol o drogas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que las mujeres paguemos por las debilidades de los hombres.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No puedo presumir de ser creativa. Escribir En busca de mi hermana china me ha costado cuatro años, porque me costaba enormemente levantar los pies del suelo. Llevo el periodismo incrustado en mi alma y la realidad y la exactitud me persiguen como lobas. En mi novela la ficción es casi una excusa para narrar la historia del siglo XX y los albores del XXI en China; para dar voz a las personas que conforman la sociedad china y asisten a los vertiginosos cambios que se están produciendo en el país.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Si, hago yoga, tai-chi, pilates y acua-gym. También me gusta mucho andar.
¿Sabe cocinar?
Con libro, lo que me pidan. Mi familia y amigos dicen que cocino muy bien, yo creo que solo se puede decir que una persona cocina bien si se le entregan un puñado de productos y hace un plato delicioso sin seguir la receta de nadie. Yo si no tengo un libro al lado, no hago ni una tortilla francesa.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Shizuko Abe, una víctima de la bomba atómica en Hiroshima. Una mujer que en el 60º aniversario del holocausto nuclear fue capaz de romper el muro de silencio tras el que se ocultó durante seis décadas. Para mí fue una entrevista inacabada y  si yo hubiese valiente y me hubiese quedado un tiempo en Hiroshima estoy segura de que ella habría sido “el personaje inolvidable”.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Sigue, no te pares.
¿Y la más peligrosa?
Miedo. No hay nada peor que el miedo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, solo quiero que se vayan de mi vida y no aparezcan nunca más. Enemigo que huye puente de plata. Soy muy árabe en eso.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me considero una mujer de izquierda, contraria a todos los nacionalismos; atea, aunque defensora de respetar todas las creencias religiosas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Directora de orquesta, astrofísica o cultivadora de orquídeas.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Demasiado exigente; exijo a los demás casi tanto como a mí.
¿Y sus virtudes?
El tesón. Nunca me doy por vencida.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Soy claustrofóbica y no puedo imaginarme que me estoy ahogando porque es demasiado angustioso. Lo único que soy capaz de dejar que pase por mi cabeza es la imagen de alguien que me conduce hacia un barco tras rescatarme de un desvanecimiento.
T. M.