martes, 6 de noviembre de 2018

Entrevista capotiana a Miguel Barrero


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Miguel Barrero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una biblioteca. La mía, a ser posible.
¿Prefiere los animales a la gente?
Si hablamos de mi perra, me quedo con ella sin dudarlo. En cuanto al resto, depende de qué animales y depende de qué gente.
¿Es usted cruel?
Depende de lo que uno mismo entienda por cruel, y también de lo que entiendan los demás.
¿Tiene muchos amigos?
No tengo muchos, pero los que tengo son los mejores.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que tengan conversación, que rían mucho y que estén dispuestos a aguantarme. Quizá esto último sea lo más difícil de todo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
A veces. En justa venganza, yo procuro decepcionarles a menudo a ellos.
¿Es usted una persona sincera? 
Si dijese la verdad, te mentiría.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo.
¿Qué le da más miedo?
Ver cómo se acorta el futuro sin que se reduzcan las tareas pendientes.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Antes me escandalizaban muchas cosas. Ahora me escandalizan muchas menos. Quizá pronto no me escandalice casi nada. Supongo que es lo que pasa cuando uno va cumpliendo años y constata que, por más que en casi todas las circunstancias se pueda dar lo mejor o lo peor, casi siempre se termina dando lo peor.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No lo sé. Probablemente delinquir.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino bastante. Es la respuesta típica de los peatones que no somos deportistas.
¿Sabe cocinar?
Cocino, aunque tengo una carta muy reducida.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Si el Reader’s Digest paga, estoy dispuesto a escribir sobre quien el Reader’s Digest quiera.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Esperanza, en cualquier idioma.
¿Y la más peligrosa?
Macroeconomía.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
¿Quién no?
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Nací zurdo y creo que eso me condicionó.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Aunque no esté siempre satisfecho conmigo mismo, me da mucha pereza la idea de ponerme a ser algo distinto a lo que soy.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Los vicios deben mantenerse en secreto. Si no, pierden su gracia.
¿Y sus virtudes?
Ésas tienen que decirlas los demás.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La memoria es tan traidora que no sé con cuáles se quedaría. Espero que, llegado el caso, la selección esté hecha con cariño.
T. M.