sábado, 28 de diciembre de 2019

Entrevista capotiana a Rosa María Mateos

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rosa María Mateos.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una colina con vistas al mar.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Sí, bastantes y variados.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
El humor y el cariño.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Casi nunca.
¿Es usted una persona sincera? 
Miento con la pluma. En la realidad, suelo practicar la mentirijilla.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Caminar al aire libre acompañada. Tengo tendencias claustrofóbicas y me gusta hablar.
¿Qué le da más miedo?
La enfermedad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La falta de solidaridad y empatía, especialmente con los más desafortunados.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ser maestra de escuela.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, caminatas por el campo y el pilates casero.
¿Sabe cocinar?
Sí. Mi especialidad es el arroz y los guisos de cuchara.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Pearl S. Buck.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? 
Fraternidad.
¿Y la más peligrosa?
Colectividad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Matarle yo, no; pero que se muera, sí.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Izquierda humanista.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Cantante de ópera.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La pereza, la vanidad, y un par de cigarrillos al día.
¿Y sus virtudes?
La generosidad, la indulgencia y el humor.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Mis hijos.
T. M.