martes, 25 de febrero de 2020

Entrevista capotiana a Lisa Suñé


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Lisa Suñé.


Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Escogería un balcón donde hiciera mucho sol, pero el justo para no quemarse. Acompañado de una leve brisa revitalizante mientras tomo café sin parar. Eso sería un sueño.  
¿Prefiere los animales a la gente?
Soy amante de los animales y, aunque por redes no lo parezca, me cuesta un poco hablar en público y seguir conversaciones. A pesar de que con el tiempo he aprendido a manejar esas situaciones, los animales juegan con ventaja, porque con ellos nunca he tenido ese problema y, en más de una ocasión, cuando necesitaba la ayuda de una persona, tenía la cabeza de mi mascota en el regazo. 
¿Es usted cruel?
Con el resto de la humanidad no; incluso te diría que soy muy benevolente y paciente, alguien de la que se pueden aprovechar para intereses ajenos. Toda la crueldad la guardo para mí, algo en lo que llevo trabajando desde que empecé a escribir, con un progreso importante.
¿Tiene muchos amigos?
Hace poco, analizando el año que dejábamos atrás con mi marido, llegamos a la siguiente conclusión: nos sobran personas y nos faltan recuerdos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad, sinceridad, positividad.  
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Mi máxima desde hace años es no esperar nada de nadie. Me he llevado muchas decepciones que me calaban hondo, hasta que decidí hacer mi propio camino y conseguir las cosas con mis propias manos. Porque creo que cuando alguien te suele decepcionar es porque esperabas una reacción o acción de vuelta, no porque haya tomado una decisión en su vida; eso debe ser asunto de cada uno.
¿Es usted una persona sincera? 
Lo intento, pero me siento terriblemente mal si hago daño a alguien; en ese caso prefiero guardar silencio.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Escuchando música, leyendo, escribiendo, viendo una obra de teatro o una peli en el cine y asistir a festivales de metal. Sí, eso último se ha convertido en uno de mis grandes descubrimientos.
¿Qué le da más miedo?
No estar a la altura de lo que se me pide. Es uno de mis grandes pánicos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza la homofobia, la lacra del machismo y el racismo.   
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Supongo que habría profundizado más en la rama de la biología, a la cual ya dedico ocho horas cada día y me apasiona. Tengo la suerte de trabajar en algo que me encanta.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Natación, se ha convertido en una rutina demoledora y necesaria.
¿Sabe cocinar?
Sí, sobre todo postres.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Escogería a Rosalind Franklin. La mujer que también se merecía ganar el Nobel junto con Watson, Crick y Wilkins en 1962. Ya la han marginado suficiente.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor.
¿Y la más peligrosa?
Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, si me da terror hacer daño a alguien por algo que pueda decir, imagínate acabar con su vida…
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy de izquierdas, pero no me caso con ningún partido político actual, creo que nos han tomado el pelo todo este tiempo. Considero que no han sabido o querido actuar cuando se les necesitaba de verdad.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Diseñadora gráfica.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El café, el buen comer y los besos.
¿Y sus virtudes?
Constancia y velocidad de aprendizaje.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Mi marido, mis gatos y todo el camino que he recorrido, que creo que no es poco.
T. M.