viernes, 24 de abril de 2020

Entrevista capotiana a Enrique Rubio


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Enrique Rubio.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El cubículo-cuchitril de mala muerte de mi amiga Araceli en Madrid, aunque en la planta número 50 de un rascacielos en un Hong Kong futurista a lo Blade Runner. O la cabaña subterránea de Bilbo y Frodo Bolsón en Nueva Zelanda con mi amiga Soledad (no es una metáfora de mi misantropía, dicha mujer se llama así).
¿Prefiere los animales a la gente?
En general, sí.
¿Es usted cruel?
Mmmm...  Más que cruel, cabroncete, pero solo cuando hay razones de peso para ello.
¿Tiene muchos amigos?
No.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que no sean adeptos a religiones laicas (no me importa tanto que profesen religiones teístas), que tengan sentido del humor y que me inspiren la confianza suficiente para soltarles el primer disparate que se me pase por la cabeza.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, por eso son tan pocos. El mundo no anda muy sobrado de buenas personas. Y todavía menos de buenas personas que conecten conmigo.
 ¿Es usted una persona sincera? 
Es mi mayor defecto, junto a la transparencia, como todo buen asperger.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Sentado o acostado acariciando a mis gatos, dando un paseo escuchando música en mi mp3, jugando al NBA 2K, Dead Rising o Bloodborne, en un concierto de Holywater, Maine o McEnroe, leyendo un buen ensayo científico, callejeando por Letur, Cudillero, Elantxobe, Ujué, Segovia, Wroclaw, el Albaicín en Granada o cualquier otro asentamiento humano laberíntico...
¿Qué le da más miedo?
La muerte de alguno de mis tres gatos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
En estos últimos 5 años, el nuevo ‘feminismo’, la religión laica más atroz, envenenada, perjudicial, catastrófica y exitosa del siglo XXI.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Pufff..., no quiero ni pensarlo. No sé qué habría sido de mi vida pero veo entre uno y 25 cadáveres en la imagen.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Ando muchísimo, y rápido, por el valle y las montañas de mi pueblucho manchego. Y el sexo, que también es uno de los mejores deportes.
¿Sabe cocinar?
Sí, bastantes cosas, incluso algunos guisos, pero no soy Master Chef en cuanto a variedad.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
¿Podría escribirlo sobre Ryo Hazaki de Shenmue, Link de Zelda, Trevor de GTA V, Cloud de Final Fantasy VII, Ryu de Street fighter II o incluso Mario de Nintendo? Si la Santa Cultura me lo prohíbe, entonces lo escribiría sobre Raúl Mazurek de ‘Mujeres y negros’, porque es el único personaje literario que conozco mucho mejor que a mí mismo, y yo solo escribo de lo que conozco.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
No tengo mucha esperanza en las palabras, ni tampoco creo que una palabra pueda contener o transmitirme esperanza. Pero por su significado, prefiero palabras como ‘individuo’, ‘independencia’, ‘racionalidad’, ‘ciencia’...
¿Y la más peligrosa?
‘Fanatismo’.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Matar jamás, la muerte es un regalo para cualquiera, pero desearle a alguien el mayor de los dolores, bastantes veces, como todo el mundo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
En el pasado, por tradición familiar, adoctrinamiento en el colegio, la televisión y el cine, mi tendencia fue claramente izquierdista, pero gracias a mi asperger, conseguí salir de El Show de Truman. Actualmente mi tendencia es la no tendencia. Analizo cada asunto por separado y de la forma más racional y ética posible y me da exactamente igual si en ese tema coincido con Podemos, Vox, Buda, Hitler, Nicolás Maduro o el Papa de Roma, pero supongo que mi síndrome me ayuda mucho a ello, a diferencia de los neurotípicos, que se las tienen que apañar con su sistema operativo religioso, por lo que tampoco tiene mucho mérito en mi caso.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un cantante con la voz y el talento de Jeff Buckley para expresar y emocionar sin recurrir al lenguaje gramatical, al habla, pues cantaría en volenska, el idioma sin sentido alguno inventado por Sigur rós para su tercer disco sin nombre.  Tampoco me hubiera importado ser jugador de baloncesto de la NBA (haber sido, pues ya estaría retirado, a no ser que fuera Vince Carter). O sepulturero, director o empleado en un cementerio, por aquello del silencio y la calma en derredor.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La música. Una enfermedad total, crónica e incurable. Y en cuanto a defectos de personalidad: la obsesión, la rigidez, mentalidad de embudo... y cierta impaciencia e intransigencia con los demás, especialmente con gente que no conozco mucho.
¿Y sus virtudes?
Cambio de opinión sin problema si la ciencia o los argumentos racionales me indican que estaba equivocado. Sé escuchar a mis amigos, raro en un asperger, según dicen. También tengo mucho sentido del humor, sobre todo negro e incorrecto. Y aunque soy rígido con algunas cosas, no soy conflictivo con menudencias ni tampoco me suelo quejar por tonterías, y soy muy tranquilo si me dejan en paz y no me meten el dedo en el ojo con demasiada frecuencia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Imágenes de flotadores o del Open Arms (en caso de que te refieras a un naufragio), de una mascarilla de oxígeno o de un médico con una última inyección milagrosa (en el caso de que te refieras solamente a asfixiarte, sin agua)... En definitiva, imágenes de cualquier herramienta o persona que pudiera sacarme de dicha situación tan incómoda, pues respirar es uno de mis hábitos favoritos. Y si ya estuviera agonizando y supiera que no hay ninguna solución, entonces me vendrían imágenes e imágenes de todos los gatos que he visto, conocido y tocado en mi vida y para terminar, durante los últimos estertores, pensaría en mis tres gatos y si alguien los va seguir cuidando como yo.
T. M.