viernes, 10 de abril de 2020

Entrevista capotiana a Francisco Aguilera


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Francisco Aguilera.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En mi ciudad: París
¿Prefiere los animales a la gente?
Al animal-humano.
¿Es usted cruel?
Paso.
¿Tiene muchos amigos?
Pocos, pero buenos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No ando buscando amigos por el momento.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Jamás.
¿Es usted una persona sincera? 
A veces, depende para lo que sea.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo.
¿Qué le da más miedo?
Nada muy original: la parca.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Cada indignación tiene su afán, su momento. Lo que me escandaliza ahora, por decirlo suavemente, es el gobierno de Sebastián Piñera.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Toda vida es creativa. O ninguna. En fin, me hubiera gustado ser pintor.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Trato de caminar todos los días.
¿Sabe cocinar?
Me defiendo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Emily Dickinson o a Spinoza. Pero no los calificaría de inolvidables.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Dignidad.
¿Y la más peligrosa?
Orden.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Me ha sucedido de querer aquello, ¡hélas!
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Trato de perseverar en ellas, con mucho esfuerzo, a veces con pocos resultados, pero diría: de izquierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Si fuera una cosa, tendría que ser una cosa discreta pero decorativa, y sin utilidad inmediata o aparente.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Prefiero no comprometerme.
¿Y sus virtudes?
Algunas tendré. Hay que ver con los que me conocen.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Esquema muy clásico por supuesto: mi amada y mis dos hijas. Más que suficiente.
T. M.