jueves, 2 de abril de 2020

Entrevista capotiana a Santiago Morata


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Santiago Morata.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sin duda aquel donde vivieran mis seres queridos y en especial mi esposa. Partiendo de esa base buscaría un lugar especial, tal vez con una vista que calmase mi ansiedad, como un precioso mar. Lo llenaría de cosas que hacer: ideas para escribir y mis trastos para pintar cuadros, un rincón para hacer deporte y muchos, muchos libros.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Amo a los animales pero no he perdido la fe en las personas. Tal vez sea un poco ingenuo por mi parte pero al igual que escojo creer en Dios, escojo creer en la bondad de las personas. Freud dijo que el demonio es la parte maliciosa de cada uno que hay que controlar. 
¿Es usted cruel?
No. Y cuando la boca y esa malicia incontrolable me pierden, no me importa ni tardo en pedir disculpas.
¿Tiene muchos amigos?
Si. Habría que definir esa línea roja que separa a un amigo de algo que se le parece, pero siempre aplico el beneficio de la duda, lo que me lleva a decir que si. Por otra parte, es una pregunta que habría que hacer a mis amigos; si soy amigo para ellos. Quiero creer que si.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Solo una. Que comparta su vida. Nada material. Solo sus vivencias. Lo bueno y lo malo. Que esté allí. El resto lo pondré yo por los dos. 
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Todos tenemos virtudes y defectos y la amistad como el amor consiste en ignorar con cariño esos defectos como ignoran los míos. Si me decepcionan es porque dejan de estar ahí. Se pierden en el olvido, como un grandísimo amigo que tuve. Espero que lea esto. Llega un momento en que dejas de intentar remar por los dos. Eso sí duele.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí. No soy buen mentiroso aunque creo en las pequeñas mentiras piadosas. A veces la verdad cruda hay que tratarla con cuidado porque puede dañar demasiado.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Sin duda viajar. Es una droga poderosa. Te llena de cultura y vida, abre tu mente y te hace más tolerante. Es lo más duro del encierro. He recorrido más de medio mundo y nunca me cansaré. Me encanta volver a lugares que ya visité hace veinte años y ver cómo han cambiado. Y lo mejor de viajar no son los lugares ni los paisajes o monumentos sino la gente.
¿Qué le da más miedo?
El dolor de los míos. El pensar que no estoy aprovechando un solo segundo. Me da mucho miedo lo que estamos haciendo al planeta y sufrirán las generaciones que vienen.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La falta de vergüenza de los políticos. De cómo nos mienten.
Me escandaliza pensar que en el fondo son el reflejo de nosotros mismos y en lo que eso nos convierte.  Me escandaliza la falta de tolerancia, la demagogia y la poca memoria que hace que repitamos una y otra vez los mismos errores históricos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No soy solo escritor. Soy muchas cosas. Soy experto en suplementación dietética por mi trabajo, en turismo y marketing por formación, soy pintor, soy fotógrafo, soy diseñador (la portada de mi última novela es mía), soy viajero y si tuviera más tiempo aún me embarcaría en más aventuras.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
En mi juventud practiqué mucho deporte exigente. Hoy con la edad los ánimos se templan y no compito sino conmigo mismo. Corro, hago spinning, gimnasia y pilates.
¿Sabe cocinar?
Quisiera decir que sí pero mentiría. Solo cocina de supervivencia y platos básicos aunque alguna vez me atrevo con algo distinto. Dejémoslo ahí antes de que mi mujer y mi suegra se mueran de la risa.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Histórico o de ficción? Si fuera histórico me encantaría escribir sobre Tutankhamon y su padre. Hay pocos personajes tan complejos y enigmáticos. Y de ficción alguien que nos hiciera reír, que hiciera de sus defectos fuente de gracia, como Ignatius O’Reilly o Gurb.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Solidaridad. Tolerancia. Comprensión. Amor. Hay muchas.
¿Y la más peligrosa?
La intolerancia. Es la que lleva a guerras de religión. A imponer creencias, a mostrarse superior a alguien, a camuflar acciones malas en nombre del bien.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. En absoluto. Aunque no creo en el karma, se me enseñó que una persona se lleva a la tumba, no las riquezas, sino la conciencia. Desear mal tan extremo a alguien me dañaría a mí más que a él. Me gusta dormir a pierna suelta con el alma tranquila.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
En este momento de tendencias polarizadas hace falta un partido que  se aleje de los extremos, que aporte sentido común y que huya de la demagogia fácil, el reproche violento y las tácticas de camisas pardas. Desde el centro tiendo a la derecha porque el socialismo no cumple con su tarea social como pretende y solo genera deuda. Hay que generar riqueza desde la empresa hacia abajo. Pero sobre todo hay que crear un organismo contra la corrupción sin mirar colores. En vez de copiar lo malo de los países vecinos, copiemos lo bueno.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No mucho. Quizás algo más alto y con más pelo. Por lo demás me considero una persona muy afortunada y doy gracias a Dios todos los días. Hay que valorar lo que se tiene.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Difícil pregunta, pues soy un creativo atípico y mi autoestima no es tan alta como mi currículum sugiere. A veces hablo demasiado rápido y causo daño. A veces soy demasiado introspectivo y me cuesta salir de mi ensimismamiento. Es pregunta para hacer a otros pues temo no ser sincero.
¿Y sus virtudes?
La creatividad y la tozudez extrema aragonesa bien interpretada que me lleva a creer en que puedo hacer algo y hacerlo contra viento y marea. La paciencia y la empatía.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Me hace reír. No es pregunta para teorizar y tampoco para poner a prueba. No sabría qué decir. Supongo que pensaría en los que me esperan al otro lado.
T. M.