miércoles, 17 de junio de 2020

Entrevista capotiana a Camilo Pino


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Camilo Pino.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Si tuviera que escoger mi propia prisión, me quedaría en casa.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente consciente de que los seres humanos somos animales.
¿Es usted cruel?
En mis fantasías puedo ser cruel. Pero sólo en mis fantasías. La crueldad tiene un costo muy alto que comparten víctima y victimario, y me niego a pagarlo.
¿Tiene muchos amigos?
Conozco a mucha gente. Amigos tengo pocos, pero buenos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que me acepten como soy. Y la lealtad, en el sentido de estar allí en las buenas y las malas.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Más que decepcionarme o enorgullecerme, mis amigos me acompañan, tanto, que no necesitan estar presentes para hacerlo.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, mucho, pero como sé que no siempre tengo la razón, he aprendido a callar cuando me parece necesario.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Vivo cerca del mar y me gusta caminar en la playa. Hacerlo me ayuda a ordenarme. Creo que el mayor de los lujos es no tener nada que hacer. En los Estados Unidos vivimos en una actividad constante. Aquí no entienden el ocio, el verdadero ocio, el no hacer nada en un determinado momento y eso lo extraño, no tener nada que hacer.  
¿Qué le da más miedo?
Los tontos con iniciativa, sobre todo los que tienen poder.  
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El abuso de poder me saca de quicio. No puedo con la gente que se aprovecha de las debilidades del otro.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera gustado ser profesor, aunque supongo que los profesores también llevan una vida creativa.  
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, troto tres millas al día. Es otra forma de pensar.
¿Sabe cocinar?
Aprendí a los golpes cuando me fui a estudiar a Inglaterra, y con el tiempo le fui cogiendo gusto. Ahora preparo platillos sencillos pero decentes.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Un amigo de mi padre, Oswaldo Barreto: escritor, profesor y periodista. En su juventud fue guerrillero y asaltante de bancos y aviones. La escritora inglesa Lisa Saint Aubin de Terán escribió una novela basada en su vida, se titula Swallowing Stones (Tragar piedras).
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Palabra.
¿Y la más peligrosa?
Yo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
En la vida real, nunca. En mis fantasías tengo más de un cuerpo enterrado en un jardín.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Aspiro a ser librepensador. Simpatizo con el ideario libertario, pero creo en el derecho universal a la salud y la educación. 
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Tenista.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Antes pensaba que tenía una personalidad adictiva, pero con el tiempo me he dado cuenta de que mis supuestos vicios quizás no lo eran. Masturbarse y fumar porros compulsivamente se consideran buenos hábitos hoy en día. Y beber litros de café parece que alarga la vida. En fin, dejé mis vicios para descubrir que no lo eran.
¿Y sus virtudes?
Soy más disciplinado de lo que creo. Y tengo empatía, no se puede ser novelista sin empatía.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un manantial, un río y el mar. Ah, y esa luz blanca, la luz blanca. Silencio. 
T. M.