jueves, 1 de octubre de 2020

Entrevista capotiana a Gervasio Posadas

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Gervasio Posadas.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Buff, lo llevaría fatal porque me encanta viajar. Creo que no sería capaz de quedarme en un solo sitio.

¿Prefiere los animales a la gente? Me temo que no. Soy muy de ciudad y nunca he tenido mascotas. A veces me da pena no tener más relación con los animales, pero esas cosas no hay que forzarlas.

¿Es usted cruel? Si soy cruel es conmigo mismo. Soy muy autocrítico y tiendo a machacarme por cualquier tontería, aunque en los últimos años me perdono un poco más.

¿Tiene muchos amigos? Creo que si, es uno de mis mayores orgullos. Es quizás una de las cosas que más he cuidado en mi vida, intentar mantener el contacto con las personas que quiero.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La fidelidad y saber escuchar. Esta es una de las cualidades más escasas.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? En mi opinión hay que saber lo que se puede pedir a cada uno y no intentar que la gente haga cosas que no van con su carácter. Es la mejor forma de llevarse pocos disgustos.

¿Es usted una persona sincera? Dentro de lo que cabe. Las palabras hieren y a veces la sinceridad está de más.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? En viajar, leer e ir al cine. Y, por supuesto, escribir.  

¿Qué le da más miedo? Como a todo el mundo, la enfermedad y el dolor de los seres queridos.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La agresividad de la gente en las redes sociales. A veces pienso que estoy rodeado de locos y que no me he dado cuenta antes.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Probablemente seguiría trabajando en publicidad, lo que he hecho casi toda mi vida.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? A pesar de que tiendo a la vagancia, intento ir al gimnasio dos o tres veces a la semana. Me aburre horriblemente pero me sienta bien.

¿Sabe cocinar? Sí y me divierte mucho. A pesar de tener tres hermanas mayores, en casa era yo el que cocinaba. El problema es que me gusta experimentar y los experimentos no siempre me salen bien.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mi padre. Es una respuesta sosa, pero no hay nadie que me haya marcado más.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Infancia.

¿Y la más peligrosa? Absoluto.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, pero soy de esos que conduce y se cabrea a menudo con otros conductores.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soy de la especie más rara e incomprendida: librepensador de centro. Todavía no he encontrado a nadie que me represente.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Homer Simpson: le pasa de todo y en el capitulo siguiente parece que no ha pasado nada.

¿Cuáles son sus vicios principales? Soy un perpetuo insatisfecho, lo cual resulta muy pesado para mí y para los demás.

¿Y sus virtudes? Me gusta echar una mano a los demás cuando puedo.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Pensaría en todo lo que no habría hecho hasta entonces. Y en que me había equivocado para acabar así.

T. M.