lunes, 14 de diciembre de 2020

Entrevista capotiana a Nacho Abad

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Nacho Abad.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? ¿Vale el mundo? Si no, mi ciudad preferida es Londres.

¿Prefiere los animales a la gente? La gente buena.

¿Es usted cruel? Sólo conmigo mismo.

¿Tiene muchos amigos? Conozco a mucha gente y a veces no me acuerdo de sus nombres. Lo pasó fatal. Amigos pocos, pero extraordinarios.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Nunca busco nada, suelo dar confianza y a veces te llevas sorpresas, pero la lealtad me parece básica.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Quizá alguna vez, pero el primero que se decepciona así mismo soy yo.

¿Es usted una persona sincera? Suelo practicar la verdad, pero quien diga que no miente, miente.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Ahora imagino viajes. Antes viajando, leyendo y disfrutando de un buen plan con los amigos.

¿Qué le da más miedo? Me da miedo perder la razón, la capacidad de pensar, de conocer, de recordar… Que les pase algo a mis seres queridos, pero si todo está bien, lo que me da miedo es saber que, a veces, no puedo decir lo que pienso.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La violencia, la estupidez y la maldad de los seres humanos hacia sus semejantes y también hacia un planeta que estamos esquilmando.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Policía, Guardia Civil, aunque reivindicaría la equiparación salarial. Para investigar también hay que ser muy creativo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, voy al gimnasio. Y hago un doble esfuerzo, el de ir y luego el físico.

¿Sabe cocinar? Sé sobrevivir, pero en casa el arte culinario es de Bárbara, mi mujer.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Jack el destripador, si realmente se supiese quién es.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Vamosssss, ¿quizá? Aunque la esperanza para mi es un estado de ánimo.  

¿Y la más peligrosa? ¿Odio? Hay tantas.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, a algún personaje de mi última novela, El Candidato, cuando se me revelaba mucho.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Sé a quién no votaría. ¿Con eso es suficiente?

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Jardinero.

¿Cuáles son sus vicios principales? El trabajo, abro 24 horas.

¿Y sus virtudes? Aprendí a hacer punto con dos agujas cuando era joven.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?  No creo en el esquema clásico. Creo que la lucha por la supervivencia lo ocuparía todo.

T. M.