viernes, 25 de marzo de 2022

Entrevista capotiana a Teresa Arsuaga

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Teresa Arsuaga.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Reconozco que ahora todo lo que me suena, aunque sea remotamente, a confinamiento  me pone los pelos de punta. No sé la escala del lugar a la que se refiere la pregunta, pero seguro que sería en España, en un lugar soleado, que me resultase familiar, donde tuviera recuerdos y vivieran personas a las que quiero, y todo eso me ocurre en Madrid.

¿Prefiere los animales a la gente? No, aunque habría algunas excepciones.

¿Tiene muchos amigos? No creo que sean muchos, aunque no tengo tampoco claro cuántos tendrían la consideración de muchos. En todo caso, a mí me resulta un número suficiente porque soy muy feliz con los que tengo.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? No busco ninguna cualidad en particular. Mis amigos me gustan por las razones más diversas.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No suelen. Me he dado cuenta de que es mejor dejarles en paz y no aplicarles demasiado mis expectativas.

¿Es usted una persona sincera?  Los que hacen de la sinceridad una bandera y van diciendo verdades a todo el mundo, me resultan muy pesados y antipáticos, así que lo justo.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Con amigos, familia, en el teatro, trasteando por casa.

¿Es usted cruel? No, eso lo son quienes van diciendo verdades irresponsablemente.

¿Qué le da más miedo? El fanatismo, el odio.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La violencia, especialmente, la ejercida contra los niños.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Me hubiera dedicado a la mediación de conflictos, que es lo que también hago.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Juego varios días a la semana al tenis, me encanta.

¿Sabe cocinar? Algunas cosas y me divierte. Aunque lo que verdaderamente hago y me gusta es acumular recetas que después no encuentro el momento de hacer.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Me encantaría escribir sobre algunas madres asombrosas, extraordinarias  y completamente desconocidas que han quedado eclipsadas por la fama de sus hijos y  convertirlas a ellas mismas en  personajes inolvidables.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Ternura.

¿Y la más peligrosa? Venganza o quizás poder, y lo más peligroso de todo cuando ambas palabras se unen.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No. Como he dicho antes, no me siento en la obligación de ser muy sincera.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Mi tendencia política es que cada vez me da más igual la política.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Arquitecto o soprano.

¿Cuáles son sus vicios principales? Me arrepiento y me quejo cada día de haber dejado de fumar, quizás eso tenga algo de vicio.  

¿Y sus virtudes? Mi virtud principal es que no me considero más virtuosa que nadie.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mi propia vida, es decir, una película de cine español.

T. M.