En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Florencio Quintero.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi país, Venezuela. A
pesar de los últimos tiempos aciagos que nos han tocado vivir, mi balanza
particular se sigue inclinando hacia lo positivo.
¿Prefiere los animales a la gente? No, prefiero a la gente, con todo su crisol de complejidades.
¿Es usted cruel? No,
al menos conscientemente.
¿Tiene muchos amigos? Sí. Tengo esa
fortuna.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Nobleza, empatía y capacidad de disfrute.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? No.
¿Es usted una persona sincera? Sí, o al menos lo intento la mayor parte del tiempo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Compartiendo con los que amo (mi esposa, mis hijos, mi familia, los
amigos)
¿Qué le da más miedo? La falta de empatía. Suscribo la aseveración del psicólogo Gustav
Gilbert, quien planteaba que esa ausencia es el germen de la maldad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Muchos años de análisis
personal y muchos otros sirviendo como analista, creo que me han ayudado a que
no me escandalice. Sin embargo, pienso que el ejercicio de la maldad sigue
desconcertándome.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Creo
que repetiría mi escogencia de mi otro costado profesional que ejerzo: médico
psiquiatra y psicoanalista. O intentaría satisfacer mis sueños infantiles:
Astronauta y payaso.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, aunque no tanto como desearía. Me encanta nadar.
¿Sabe cocinar? Sí
y lo disfruto mucho.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Bertrand Russell.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Retoñar y sus variantes.
¿Y la más peligrosa? Ideología.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Literalmente no, metafóricamente a muchos.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Me gusta definirme como libertario.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un árbol.
¿Cuáles son sus vicios principales? El tabaco, el
alcohol y la buena mesa.
¿Y sus virtudes? Pienso
que la principal es mi disposición para ayudar, y su contraparte que es saber
pedir y recibir ayuda.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? No quiero ni pensar cual sería ese esquema clásico, al imaginarme que me
estoy ahogando la imagen que me viene es la de una inmensa brisa que
proporciona sosiego.
T. M.