viernes, 30 de septiembre de 2022

Entrevista capotiana a Rafael Cabanillas Saldaña

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rafael Cabanillas Saldaña.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? El territorio QUERCUS.

¿Prefiere los animales a la gente? Mi familia, mi perro y mi gente.

¿Es usted cruel? No. Aunque, tal y como está el panorama, estaría justificado serlo.

¿Tiene muchos amigos? Muchos conocidos. Pocos amigos, pero muy buenos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Su empatía, su capacidad de escuchar, su solidaridad, su generosidad.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. Puede haber largos períodos de silencio, pero siempre están ahí. Leales.

¿Es usted una persona sincera? Cada día más.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leer, escribir, pasear por el monte, conversar. Abrazar a mi nieta, que apenas sabe hablar, cuando me llama: ¡Abuelo, abuelo!

¿Qué le da más miedo? El precipicio al que nos dirigimos.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Que estemos provocando nuestra propia extinción y que apenas nos importe o nos resulte indiferente. Me escandaliza el nivel de manipulación al que estamos sometidos.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Habría sido carpintero o albañil, pastor o mielero. Repoblador de quejigos, encinas y alcornoques.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Caminar y mover el corazón 13 veces por minuto.

¿Sabe cocinar? Poco. Lo justo. Gazpacho y tortilla de patatas.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Sería una reseña en paralelo sobre Mandela y José Mujica. Una entrevista a los dos.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Utopía.

¿Y la más peligrosa? Odio.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soñar con que otro mundo es posible y mejor.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? ¿Un pájaro? ¿Una nube? ¿Un árbol?

¿Cuáles son sus vicios principales? No saber estar callado. Soñar en exceso.

¿Y sus virtudes? La palabra.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Un tren nocturno que no para en mi estación envuelta en niebla. El nacimiento de mi hijo. Unas grullas volando, en cuña, huyendo del frío polar.

T. M.